Te invoco, a ti, te invoco, tú
que te ocultas en mi oscuridad, en lo profundo de mí, sal de tus hondas selvas
y retorna. Tú, que te has remontado hasta la oscura maraña de mi ser, revive de
nuevo, con cuantas lágrimas sea necesario revivir. Te amo.
Busco
en los oscuros parajes, grito con toda mi voz, y no te encuentro. ¿Por qué
mares y selvas te has sumergido, que ríos has atravesado? Ya desde un
promontorio de rocas tenuemente iluminadas por el sol apoyo mis frágiles manos,
mis manos sencillas. He roto mi garganta gritando. Mi corazón arde en llamas.
Todo mi corazón yace inflamado y atravesado en mi pecho como un dardo. Quiero
retornar a ti con todas mis fuerzas, con todo mi ser. Lo que deba gastar, lo
gastaré: pólvora y alimentos, todo caerá. Desde los rincones del universo he
recogido todas mis fuerzas, todo mi empeño en ti, en alcanzarte, fugaz cervatillo,
fugaz ráfaga que huyes de mí entre la niebla. Escúchame. Escucha mi voz
llamarte. Mi amor es un amor mudo, un amor obnubilado, un amor cegado en el
misterio del ocaso con una sonrisa ida y los ojos cerrados sobre el pecho.
Arrúllame. Vuelve a recogerme en ti, en tu regazo.
Incomprendida
criatura, ser raro, de cabello despeinado y mirada extraviada, no deseas pactar
con el mundo. Haz hecho tu nido muy lejos de aquí, por dónde no mora nadie. Permíteme
alcanzarte. Permíteme emprender el viaje, izar velas, soltar amarras, zarpar. Mi navío ya
se estremece en las aguas. Lejos, bajo la niebla, sobre la niebla, entre la
niebla, tras las altas cumbres, muy lejos has ido a parar. Agitados mares,
agitadas tierras con aves de muy diversos colores... Quiero alcanzarte en tu
mundo, ir hacia donde te diriges en tu incesante marcha tierras adentro. ¿Escalas
un escarpado bosque montañas arriba, donde la noche dibuja su aposento? Te
convoco, aquí y ahora, con todo mi amor. Casa mía, hogar mío, resguárdame de
las tormentas, acógeme. Mi mirada es una luz que se pierde tierras adentro en
el tenebroso bosque donde has urdido tus magias. Un perfume embriagador. Un
grito. Y toda la agitación del alba. Todas las constelaciones han querido adornar
mi frente, o la tuya, y tu sonrisa tras la noche. Todas las estrellas han
querido encontrarse unidas en mi pecho. Desde antaño encontraste más sabiduría
que yo, y supiste guiarme. Te ruego que vuelvas a mí. Te fuiste, huiste y me
dejaste, y de repente te hallo sabia: ¡cuánta sabiduría mora en mi alma
dormida! Amada, rema en tu canoa hacia mí y no olvides agitar tus túnicas. ¡Qué
sabia eras! Y me dejaste atrás. Mantente conmigo. Tu socorro, tu canto que no
cesa, tu voz como cascada y tu garganta: mi abismo. Una niña en mí, sabia como
nadie, con ojos como el sol. Yo te reconozco, puedo entreverte, te respiro. Sé
quién eres. Siempre me observaste, y no dijiste nada. ¿Por qué no hablabas?
¿Esperabas a que me volviese hacia ti? Casi puedo asirte, estás y no estás, te
presentas, pero te escabulles. No he amado tanto desde que te conocí. Con tu
fuego eterno encendías mis otros amores de ojos cerrados como el tuyo. Pero tus
ojos estaban abiertos. Y eran compasivos. Anchos. Profundos. Aguas sin fin.
Aguas eternas sin memoria. Como si no las hubiese visto nunca. Era un arrecife
en llamas, o algo mayor. Millares de seres anidaban allí, y tú parecías
contenerlos todos en una sonrisa. Atrápame, captúrame para siempre en tu
sonrisa sin fin y en tus ojos cerrados a través de los cuales vislumbras el
mundo.
Dolores
y perlas, dolores y perlas por doquier. Te refugiaste del mundo hace mucho. El
silencio lo enciende una vela. A ti, a ti como a nadie, invencible, mujer
invencible, vida mía. No me sueltes más. No me dejes ir. Sabes que te amo.
Necesito tu rastro. ¿Fuiste tú quien me hizo girar en círculos errantes,
desviarme para luego volver a ti por el lazo que me tendiste, que me mostraba
el camino? ¿Lo sabías todo acaso? ¿En tu sonrisa serena se escondía el misterio
del sufrimiento? Mi corazón arde en llamas, vacíalo con tu amor. Mi corazón se
agita como una cascada de fuego. Desde siempre lo supiste todo, y me tengo que
atener por entero a ti. En ti moran todos los seres que quise, en ti moran
todos los seres que amé, todos los parajes maravillosos, las encrucijadas y lo
que se halla tras ellas. Eres una cruz candente donde se unen todos los
extremos del mundo, donde todos los bordes se tocan. Reabsórbeme. No me
perdones la existencia. Quiero tu espada en mi corazón. Me podrías raptar en un
solo vuelo y devolverme, y yo no me daría cuenta, tan grande es mi amor.
Estaba
bien y apareciste, y has dejado mi corazón rasgado, herido con trazos
luminosos. Me muevo como desangrándome, como moribunda anhelándote. Estaba
bien, y de repente apareciste y me desgarraste, y ya no puedo descansar sin ti,
y sangro, sangro tu luz. Luz, maravilla que embriaga y hiere. No me dejes ni un
instante. Ni un instante te esfumes de mí, maravilla de maravillas. ¿Cuándo
supe que mi voz era tan anciana? Anciana aquí y ahora, donde los pájaros moran
como niños y emprenden el vuelo de sus alas. Anciana aquí y ahora, con toda mi
vida encerrada en el amanecer de los tiempos. He implorado frente a ti, de cara
frente al templo de mi amor. Ni una gota: y todas las gotas han caído a mí como
perlas.
Ser
pequeño y sin ofensa. ¿Quién podría quebrar algo tan frágil? Y se esconde desde
remotos tiempos.
He
extraído esto de mi alma, como confidencia: un trazo de lo rasgado.