jueves, 25 de septiembre de 2014

Canto a mi alma




Te invoco, a ti, te invoco, tú que te ocultas en mi oscuridad, en lo profundo de mí, sal de tus hondas selvas y retorna. Tú, que te has remontado hasta la oscura maraña de mi ser, revive de nuevo, con cuantas lágrimas sea necesario revivir. Te amo. 

Busco en los oscuros parajes, grito con toda mi voz, y no te encuentro. ¿Por qué mares y selvas te has sumergido, que ríos has atravesado? Ya desde un promontorio de rocas tenuemente iluminadas por el sol apoyo mis frágiles manos, mis manos sencillas. He roto mi garganta gritando. Mi corazón arde en llamas. Todo mi corazón yace inflamado y atravesado en mi pecho como un dardo. Quiero retornar a ti con todas mis fuerzas, con todo mi ser. Lo que deba gastar, lo gastaré: pólvora y alimentos, todo caerá. Desde los rincones del universo he recogido todas mis fuerzas, todo mi empeño en ti, en alcanzarte, fugaz cervatillo, fugaz ráfaga que huyes de mí entre la niebla. Escúchame. Escucha mi voz llamarte. Mi amor es un amor mudo, un amor obnubilado, un amor cegado en el misterio del ocaso con una sonrisa ida y los ojos cerrados sobre el pecho. Arrúllame. Vuelve a recogerme en ti, en tu regazo.

Incomprendida criatura, ser raro, de cabello despeinado y mirada extraviada, no deseas pactar con el mundo. Haz hecho tu nido muy lejos de aquí, por dónde no mora nadie. Permíteme alcanzarte. Permíteme emprender el viaje, izar velas, soltar amarras, zarpar. Mi navío ya se estremece en las aguas. Lejos, bajo la niebla, sobre la niebla, entre la niebla, tras las altas cumbres, muy lejos has ido a parar. Agitados mares, agitadas tierras con aves de muy diversos colores... Quiero alcanzarte en tu mundo, ir hacia donde te diriges en tu incesante marcha tierras adentro. ¿Escalas un escarpado bosque montañas arriba, donde la noche dibuja su aposento? Te convoco, aquí y ahora, con todo mi amor. Casa mía, hogar mío, resguárdame de las tormentas, acógeme. Mi mirada es una luz que se pierde tierras adentro en el tenebroso bosque donde has urdido tus magias. Un perfume embriagador. Un grito. Y toda la agitación del alba. Todas las constelaciones han querido adornar mi frente, o la tuya, y tu sonrisa tras la noche. Todas las estrellas han querido encontrarse unidas en mi pecho. Desde antaño encontraste más sabiduría que yo, y supiste guiarme. Te ruego que vuelvas a mí. Te fuiste, huiste y me dejaste, y de repente te hallo sabia: ¡cuánta sabiduría mora en mi alma dormida! Amada, rema en tu canoa hacia mí y no olvides agitar tus túnicas. ¡Qué sabia eras! Y me dejaste atrás. Mantente conmigo. Tu socorro, tu canto que no cesa, tu voz como cascada y tu garganta: mi abismo. Una niña en mí, sabia como nadie, con ojos como el sol. Yo te reconozco, puedo entreverte, te respiro. Sé quién eres. Siempre me observaste, y no dijiste nada. ¿Por qué no hablabas? ¿Esperabas a que me volviese hacia ti? Casi puedo asirte, estás y no estás, te presentas, pero te escabulles. No he amado tanto desde que te conocí. Con tu fuego eterno encendías mis otros amores de ojos cerrados como el tuyo. Pero tus ojos estaban abiertos. Y eran compasivos. Anchos. Profundos. Aguas sin fin. Aguas eternas sin memoria. Como si no las hubiese visto nunca. Era un arrecife en llamas, o algo mayor. Millares de seres anidaban allí, y tú parecías contenerlos todos en una sonrisa. Atrápame, captúrame para siempre en tu sonrisa sin fin y en tus ojos cerrados a través de los cuales vislumbras el mundo.

Dolores y perlas, dolores y perlas por doquier. Te refugiaste del mundo hace mucho. El silencio lo enciende una vela. A ti, a ti como a nadie, invencible, mujer invencible, vida mía. No me sueltes más. No me dejes ir. Sabes que te amo. Necesito tu rastro. ¿Fuiste tú quien me hizo girar en círculos errantes, desviarme para luego volver a ti por el lazo que me tendiste, que me mostraba el camino? ¿Lo sabías todo acaso? ¿En tu sonrisa serena se escondía el misterio del sufrimiento? Mi corazón arde en llamas, vacíalo con tu amor. Mi corazón se agita como una cascada de fuego. Desde siempre lo supiste todo, y me tengo que atener por entero a ti. En ti moran todos los seres que quise, en ti moran todos los seres que amé, todos los parajes maravillosos, las encrucijadas y lo que se halla tras ellas. Eres una cruz candente donde se unen todos los extremos del mundo, donde todos los bordes se tocan. Reabsórbeme. No me perdones la existencia. Quiero tu espada en mi corazón. Me podrías raptar en un solo vuelo y devolverme, y yo no me daría cuenta, tan grande es mi amor.

Estaba bien y apareciste, y has dejado mi corazón rasgado, herido con trazos luminosos. Me muevo como desangrándome, como moribunda anhelándote. Estaba bien, y de repente apareciste y me desgarraste, y ya no puedo descansar sin ti, y sangro, sangro tu luz. Luz, maravilla que embriaga y hiere. No me dejes ni un instante. Ni un instante te esfumes de mí, maravilla de maravillas. ¿Cuándo supe que mi voz era tan anciana? Anciana aquí y ahora, donde los pájaros moran como niños y emprenden el vuelo de sus alas. Anciana aquí y ahora, con toda mi vida encerrada en el amanecer de los tiempos. He implorado frente a ti, de cara frente al templo de mi amor. Ni una gota: y todas las gotas han caído a mí como perlas.

Ser pequeño y sin ofensa. ¿Quién podría quebrar algo tan frágil? Y se esconde desde remotos tiempos.

He extraído esto de mi alma, como confidencia: un trazo de lo rasgado. 

2 comentarios:

  1. Hola Deirdre :)

    Te dejo la dirección del blog en facebook:

    https://www.facebook.com/pages/Charlotte-Eyre-Blogs/1395087364045259?ref=hl

    Saludos :)

    ResponderEliminar