domingo, 31 de agosto de 2014

Avalón



Este nombre, que proviene del nombre céltico de la mazana, se refiere a la tradición de la isla maravillosa en la que crecen unos manzanos que dan frutos maduros todo el año. En el texto latino de Godofredo de Monmouth "Vita Merlini" (sigo XII), esta isla lleva el nombre de Insula Pomorum. Allí es donde reina Morgana, rodeada de sus nueve hermanas, que son otras tantas hadas y que poseen la facultad de metamorfosear su aspecto, revistiendo particularmente el de aves. El mito de Morgana, que puede transformarse en cuervo, o en corneja, es idéntico al mito irlandés de Morrigan o de Bodbh, una Tuatha Dé Danann, que aparece a menudo en forma de corneja. El tema de Avalón conecta con el de las "galisenas" de la isla de Sein, profetisas y magas de que hablan los autores griegos y latinos, así como con el de la Isla de las Mujeres, Emain Ablach (Emain de los Manzanos), de la que nos dan entusiastas descripciones numerosos relatos irlandeses de navegaciones maravillosas. Recuperada para la leyenda artúrica, la isla de Avalón aparece como la morada feliz a la que el hada Morgana lleva a su hermano el rey Arturo, mortalmente herido en la batalla de Camlann, para mantenerlo en estado de dormición hasta el momento en que los tiempos permitan su regreso al mundo de las realidades humanas. Bajo la influencia de los monjes cluniacienses, también por voluntad de Enrique II Plantagenet, los monjes de la abadía de Glastonbury pretendieron, en el siglo XII, que este lugar, que constituía una especie de isla en medio de las ciénagas, era la famosa isla de Avalón. Inventaron falsas cartas y "descubrieron" en 1191 la tumba de la reina Ginebra y del rey Arturo, que todavía hoy puede verse en las ruinas del monasterio. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

El cuento de los tres cuervos




Avellano




Árbol sagrado de los celtas, cuya madera era utilizada por los druidas para operaciones de tipo mágico. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

Seeladyan y el Reino de las Quimeras




Seeladyan recorría todo el Reino de las Quimeras con una expresión de complacencia en su rostro; surcaba los cielos de las praderas florecientes, donde los únicos dos habitantes del reino- sus protegidos- corrían suertes interminables de placeres y alegrías. Seeladyan se deleitaba vislumbrando con sus ojos calmos a la vez que vivaces las cataratas, los lagos, donde se bañaban aquellos dos seres que tanto amaba…

El sonido que emitía al batir sus grandes alas era semejante al eco de la palabra maternal que consuela y protege jubilosamente aun encontrándose sumida en sus propios abatimientos. Su timbre de voz, a veces sabía enclaustrar el miedo y deshacerlo, triturándolo con la fuerza de su entrega; a veces, sencillamente era armónico y apaciguador.

El primer día en que cayeron truenos en el reino de las Quimeras, Seeladyan sintió necesidad de encontrar a sus protegidos y prodigarles sus alas, como siempre lo hacía, pero no los hallaba, voló cada espacio de aquel hogar encantado, desde la rivera en que contemplaban el atardecer de ensueño, hasta el valle sembrado de violetas y árboles de ambrosia… habían desaparecido.

Seeladyan se resistía al presagio que algún extraño sentido suyo le avisaba y de pronto, un estruendo resonó haciendo vibrar y marchitar cada pétalo de las flores de la encantada planicie.

Invadida de desesperación, la gran ave se dirigió a los líndeles del reino sintiendo el brote de la angustia palpitante en su interior. De alguna manera sentía que pronto, cruzando la frontera estaría a merced del infortunio, pues era el ave mítica y divina que solamente existía dentro de los límites del Reino de las Quimeras y ella a lo largo de todos los milenios de su etérea vida lo sabía, sin embargo, dejó que el soplido vertido por el viento a sus alas fuera más intenso que nunca en su desesperada búsqueda. 

Sobrevolando ya las afueras del reino, sin que ella se percatase, se abrió una cueva en pleno desierto y de su fosa profunda y hueca una lanza salió impulsada por la maldad de la realidad. La lanza se precipitó como guiada por manos malsanas, clavándose en un cruel segundo en el pecho cándidamente emplumado de Seeladyan. El ave que sólo sabía entregar amor empezó su agonía en el aire precipitándose con rapidez a tierra de la realidad.

En las tribulaciones de su agonía deseaba con todas las fuerzas que se le extinguían, retrasar su expiración…se había borrado la complacencia de la expresión de su rostro para dar paso a una amarga aflicción…sus ojos caídos y suplicantes a la vida parpadeaban pura desolación. Intentó incorporarse mientras la sangre le manaba profusamente de la herida en su pecho y cayó una vez… y otra vez… pero no quería ver las esperanzas desechas, se resistía a morir con el único anhelo de ver por vez última a sus dos amados protegidos, pero los deseos por más intensos que eran no cambiaron ni retrasaron su destino y falleció, teniendo por última visión tan sólo el desierto vacío.

Janet Lilí Verde Sánchez

sábado, 30 de agosto de 2014

Aval




Islita próxima a la Ile Grande, en Pleumeur-Bodou (Cotes-du-Nord). Esta isla de Aval, cuyo nombre significa "manzana", contiene un dolmen que pasa por ser la tumba del rey Arturo. La tradición, que no es muy antigua, se ha limitado a transponer aquí la leyenda de Ávalon.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

El cuento del niño afortunado



Armagh (Ard Macha)



Literalmente, "elevación de Macha", a partir del nombre de una de las tres Macha, esposa de Nemed ("sagrado"), de la que la tradición dice que fue enterrada en este lugar del Ulster, no lejos de la antigua capital real Emain Macha (Emania). Existió en Armagh un importante santuario druídico, y no carecía de motivos San Patricio para establecer allí la primera sede episcopal de Irlanda. Actualmente, Armagh sigue siendo la sede del arzobispo primado de toda Irlanda. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Sobre mi revelación divina



No vi nada, no escuché nada. Mis sentidos se suspendieron. Lo experimenté como un recuerdo: de súbito, recordé. Y el recuerdo emergió con mucha fuerza, en un instante, hasta que me consumió por entero como el fuego al hilo de una vela, hasta que desaparecí, me extinguí.

Es muy difícil de explicar, pero intentaré aproximarme.

Atravesé los confines de mi ser en un instante ínfimo, como si atravesara un túnel oscuro sin fin, hasta que alcancé el núcleo de mi corazón, que permanecía oculto en penumbra, olvidado, como los cuerpos que yacen sepultados bajo tierra. Cuando alcancé mi núcleo, súbitamente alcancé, a la par, el núcleo de todas las cosas: todos los seres éramos, en realidad, el mismo ser. Pero para expresarme más rigurosamente, tampoco puedo decir que éramos él mismo ser, porque no éramos un ser, ni tampoco un no ser, sino que estábamos más allá del ser y del no ser. No éramos ni no no-éramos. El ser y el no ser no eran más que parte de la ilusión, del humo que se difuminaba. Lo que me rodeaba, la multiplicidad, el mundo, el universo, lo contemplé desde fuera en un segundo, y vi cómo se diluía ante la verdad, como el espejismo que era, completamente irreal. También se me mostró que el universo irreal nunca había tenido un principio ni tendría un fin dentro del tiempo, también irreal. El universo, en su irrealidad, siempre había existido. Pero más allá de su existencia perpetua, se elevaba lo verdadero y absoluto, que era el fundamento sin el cual su existencia sería inviable: su verdadera fuente, más allá del tiempo. Esa verdad era el amor: amor absoluto, eterno, infinito, todopoderoso, más allá de cualquier noción, limite, ley, palabra, etc. Ese amor era lo más profundo de mí, de todo cuanto existe, era la verdadera realidad de todos los seres, lo único real. El amor, única realidad, era como un punto. Era diminuto. Era lo más pequeño. Era infinitamente pequeño. Tanto que se contraía en su centro hasta el infinito. Tanto que desaparecía, que era inaprehensible. Tanto, que era absoluto y lo abarcaba todo. Tanto, que era indiviso. Todo eso se me mostró con una realidad inconcebible. La felicidad que experimentaba era, literalmente, absoluta, sin límite alguno. Mi revelación fue más breve que un segundo. Pero ese segundo era eterno. La distancia que separa al principio, unidad o amor absoluto de la existencia ilusoria, se me reveló como infinita. Entre la verdad y la ilusión mediaba un abismo infinito.

Muchas veces intento explicarlo, pero no me entienden, y creen que algo así puede estar sujeto a error o acierto y que admite la duda. Pero lo cierto es que lo que se me mostró se me mostró como una certeza absoluta. Era más real, en grado infinito, que mi propia existencia individual y pensamiento. Las certezas evidentes, como 2 + 2 = 4, en realidad, frente a esa verdad mucho más que evidente, evidente en grado infinito, pero olvidada, desaparecen.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Arianrod




Heroína de la cuarta rama del Mabinogi galés. Su nombre significa "Rueda de Plata". Es hija de Don y hermana de Amaethon y Gwyddyon. Mantiene relaciones incestuosas con Gwyddyon y da a luz a dos hijos, Dylan Eil Ton y Lleu Llaw Gyffes. Abandona al primero y se niega a reconocer al segundo, al que maldice. Pero Gwyddyon, con astucia, consigue contrarrestar la maldición. Arianrod es la imagen de la mujer que rechaza la maternidad. La expresión Kaer Arianrod (Ciudadela de Arianrod), empleada a menudo por los poetas galeses, designa a la constelación Corona Boreal. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Prefiero a un dios hecho árbol antes que a uno hecho hombre




Jesucristo es el humanismo más empalagoso de todos. ¡Qué toquen la sonata de piano en una iglesia blanqueada! ¿No te basta? Pónganme un babero orlado. ¡Vamos!, seamos amanerados: nuestros gestos afectados son la pureza de la beatitud. No somos capaces de tocar la mugrienta tierra: nuestras narices respingadas son demasiado pulcras, demasiado humanas y demasiado rasuradas. Sabemos de civilización.

Desde que nació el cristianismo, el rencor acaramelado, el odio dulcificado, arremetió contra el cetro sagrado de los bosques y las montañas, contra el puñado de hierba que se eleva a través del viento agitado y libre. El cristianismo es la adoración al individuo, un culto destinado a la urbe, el culto a la particularidad humana por excelencia: tomó, con su mano despreciativa y puritana, la ciega devoción –¡ciega de loca clarividencia!- que flotaba en la amplitud cósmica e insondable, y la redujo a un individuo exclusivo. La adoración a la esencia impersonal en la naturaleza viva fue traspasada a una adoración personalista centrada en el ser humano particular, a despecho de la naturaleza, poblada de demonios, de falsos ídolos, poblada de paganismo, en definitiva, ¡carente de espíritu, de vida, carente del divino soplo, exclusividad del ser humano! Porque sólo el ser humano es imperecedero, sólo en él reside el Espíritu Santo. ¡El lema principal de todo burgués ciudadano! ¡El primer paso para la Revolución Industrial! ¡El primer atisbo de cosificación de la naturaleza, objeto inerte, herramienta que se usa y desecha, que se explota, que se arranca y arroja, creada para el humano, ser henchido de ambición! La tierra pertenece a ese puritano sentado en un sillón real que se eleva muy por encima de la mugre verde. Así lo dice Dios: “llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28). ¡Sojuzgadla!

El cristianismo: ¡humanismo, no bondad! Humanismo con el ojo torvo, humanismo del que mira de lado, del que ama la adhesión humana y posee lengua demasiado humana y floja. ¡Y esa obsesión por el lenguaje, surgida del exceso de Palabra, del exceso de logos, del exceso de sermón, del vicio de la escritura! Yo prefiero la vívida imagen, o aún más: la pura idea sin imagen, labrada con su sola fuerza. ¿No decía el necio de Tertuliano que solo se piensa con palabras?

¿De qué me sirve un corazón de piedra ornamentado con palabras bonitas? ¿De qué me sirve un nido de avispas revestido de pureza alada y constipada –ridícula pureza eunuca-? ¿De qué un abismo recubierto por luz? ¿De qué me sirve lo agrio y lo amargo, la rudeza bruta, el áspero sabor de la lija dura y pura, aderezada con azúcar, miel y caramelo angelicales, con el dulzor más meloso y pegajoso? Tantos remilgos no sirven para comunicar amor. Ni un ápice de amor se comunica por medio de ellos para quien sabe mirar a través de la fingida imagen, penetrar el velo con el filo de su mirada y capturar su núcleo en un instante. El bien no se adorna, ni se sermonea con palabras afables que encierran malos sentimientos y bajas pasiones. ¡Eufemismos! ¡El fariseo se trasladó de ahí, acá, dice el ángel señalando el viejo templo!

Si quieres amor y benevolencia hacia todos los seres -entismo o serismo en lugar de humanismo-, lo hallarás en las flores y en los árboles: Jesús es una sombra. Leyendo la vida de Jesús escrita en los Evangelios digo: ¡cuánta telenovela humanista y cuánta obsesión por la biografía, por la historia, por el tiempo, por la hora, por el minuto, por el reloj y por lo efímero! ¡Leyendo a Jesús de repente uno se vuelve urbano y comerciante! Primero comercia para luego poder desprenderse de sus riquezas: ¡pureza! Nunca aprendió nada de la tierra ni del viento, y el frío no es una bendición, como la lluvia tampoco es ya una bendición para su alma, sino una maldición para su cuerpo.

¡Yo prefiero adorar al árbol sagrado, al árbol divino, cetro de Dios! Yo prefiero a un dios hecho árbol. El árbol definitivamente es más elocuente que el humano, pero su elocuencia no es vana: el mensaje llega intacto, sin ser traicionado. En cambio la lengua a menudo traiciona el mensaje. A quien no es capaz de leer lo divino en el Libro del Silencio, ¿dé que le sirven los libros sagrados? Quien no comprende entregándose a la quietud, ¿cómo podrá comprender en el bullicio? 

Arduinna




Nombre de una diosa-osa, o de una diosa con oso, conocida gracias a la estatuaria galorromana. Es probable que el nombre Arduinna sea del mismo origen que el de las Ardenas: observamos en él el radical ard o art, que designa al oso en lengua gala. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Al borde del arrollo




Ella se sentaba al borde del arrollo a profesar su amor por lo divino y su amor por lo pequeño, por lo ínfimo, por la brizna de hierba que crecía junto a la orilla. Pero sabía que su amor por lo divino era un amor inferior, deseo, mientras que su amor por la brizna de hierba era un amor superior, desinteresado y absoluto. Amaba a la hierba con un amor divino y a Dios con un amor carnal. Cuando se preguntó por qué, lo supo: su corazón había encontrado en la hierba a Dios y, sin embargo, en Dios solo había encontrado hierba. 

lunes, 25 de agosto de 2014

Afang




Monstruo acuático bastante misterioso, tal vez una serpiente, tal vez un dragón, o aun un castor gigantesco, de la tradición galesa. En cualquier caso, de la misma naturaleza que el famoso "Monstruo del Lago Ness". 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Völva




Una völva, vala, wala (antiguo alto alemán), seiðkona, o wicce era una sacerdotisa en la mitología escandinava y entre las tribus germanas.

La palabra inglesa witch es la forma moderna de wicce. Como las mujeres en general en las sociedades tribales germanas pre-cristianas, las Völvas practicaban seiðr (chamanismo), el cual era considerado como ergi (que no era para los hombres), a pesar de que había practicantes hombres llamados seiðmaðr (o Wicca en antiguo inglés).

También asociados a las völvas estaban los encantamientos llamados galdrar. Se creía que las völvas poseían tales poderes, y que incluso el padre de los dioses, Odín en persona, consultó una para conocer el futuro de las divinidades, un relato que se preserva en la Völuspá.

Ejemplos de völvas en la literatura nórdica incluyen la vidente Heidi (alt. Heith) en la Völuspá y la bruja Gróa en la Svipdagsmál.

En: 
http://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%B6lva

Arawn




En la primera rama del Mabinogi galés, es el dios del Otro Mundo. Su sucesor es Pwyll, esposo de la diosa Rhianon, prototipo del Rey Pescador de la leyenda del Graal. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

domingo, 24 de agosto de 2014

El espíritu celta es transhistórico




Entre las lecturas concernientes al mundo celta, es esencial incluir lecturas como "Las nieblas de Ávalon" de Marion Zimmer Bradley. Aunque desde el punto de vista histórico que atañe al mundo contingente y temporal, la lectura de materias así no sea considerada seria por académicos ordinarios, por no permitir, supuestamente, un conocimiento real y no ficticio de esas tradiciones, lo que se ajusta a los hechos de las mismas en cuestión y sin alteraciones posteriores, la verdad es que sí permite un conocimiento verdadero de su esencia. Porque no es en lo histórico y temporal donde se halla la cultura celta, sino en todo aquello que porta el espíritu celta intemporal, se dé en el tiempo, lugar y forma en que se dé. Yo me dirijo al espíritu del Úlster, al alma de lo céltico, a ese núcleo intemporal que puede irrumpir en distintos tiempos pero que está más allá de ellos. Lo celta es actual. Lo celta está presente. El espíritu celta vive en mí y en todos los que lo aman. El espíritu celta es inmortal. Cerraré los ojos a las fechas y a la geografía, a los datos empíricos que me hablan de lo externo, de las apariencias, de todo aquello que no me interesa, y volcaré mi mirada hacia lo interior, hacia la cualidad, hacia el hálito celta que se reviste de una multiplicidad de formas pasadas y actuales. Con el ojo interior reconoceré lo que es profunda y rigurosamente celta, en espíritu, de lo que no lo es. Y Marion Zimmer Bradley es rigurosa y profundamente celta, susurra mi fino sentido interior. Lo sé porque al leerla aspiro el mismo perfume. Por el perfume se la reconoce. 

Annwfn (Annwyn)




El Otro Mundo, en la tradición galesa.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

Las völvas





Se esperaba que todas las mujeres libres nórdicas y germanas fueran expertas en la magia, pero algunas mujeres lo eran más que otras. En la mayoría de las tribus germánicas, así como las vikingas, había un nutrido grupo de mujeres sabias, brujas o sacerdotisas que generalmente no vivían casadas (aunque no necesariamente en celibato), y que podrían , al parecer, viajar solas donde quisieran sin miedo. A una mujer que llevaba la vara de la bruja nunca se le hacía daño. Ellas se aliaron con las diosas del destino y así ejercieron el mayor de los poderes. En la era de los vikingos, en el contexto nórdico, estas mujeres fueron llamados los völur , singular völva . La traducción literal de este título es “gente de la varita" o “portadoras de la vara”. 

La bruja primigenia era la diosa Freyia, que introdujo el arte de seiðr [destino, magia, chamanismo] y el arte de conquistar la muerte a los hombres y mujeres, y en un primer momento, incluso a los dioses. 

Las völur parecen haber sido enterradas con las varitas que habían usado en vida, lo insinúan algunas sagas y ha sido confirmado por los hallazgos arqueológicos. Los enterramientos de brujas o sacerdotisas en la Edad de Hierro germánica y desde la época de los vikingos son testimonio de la situación de importancia que estas mujeres podían lograr en la vida.

Maria Kvilhaug

Ankou




Figuración de la muerte en la tradición popular de la Bretaña armoricana. De hecho, no se trata en absoluto de la muerte personificada, sino del último difunto del año que ha transcurrido, el cual se convierte en siervo de la Muerte, encargado de llevarse las almas de los que han de morir. De ahí su aspecto demacrado y terrible, que por lo demás no parece anterior a la Contrarreforma del siglo XVII en Bretaña. Se le ha dado el aspecto del Cronos griego, con una guadaña enmangada al revés, y se le atribuye el conducir una carreta que chirría. Se dice, también, que aquellos que topan con él mueren ese mismo año. El Ankou ocupa el centro de numerosas leyendas en la Baja Bretaña, y suscita múltiples creencias acerca de la premonición y los signos premonitorios, es decir, los presagios funestos. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

El rayo de Thor




Del rayo refulgente dispones
y lo arrojas a la oscura multitud acuosa.
Sus cabezas son decapitadas en el acto.
El trueno retumba sobre los montes,
remueve la tierra, turba los mares,
se extiende como una avalancha sobre los mundos.
La luz ha penetrado como hilo fino en las raíces del universo.
¡El rojo furor contra la humanidad
ha devastado las negras ciénagas de la noche!
Y la compasión de la serena völva en el profundo bosque
el hacha invencible de la justicia
ha caído sobre sus cuellos y ha rebanado sus cabezas,
ha arrancado la hierba vil de la sagrada tierra. 

Anguípedo (Jinete con el)




Representación plástica muy extendida en la estatuaria galorromana. Se trata de un jinete que parece estar pisando a una serpiente monstruosa con cabeza humana. Este tema ha sido comentado de diversas maneras, pero es obligado ver en él, sin duda, la versión pagana del mito de San Miguel derribando al dragón, mito considerablemente explotado en los relatos de la tradición popular. Lo encontraron en el relato galés Peredur, en el que el héroe mata a una serpiente cuya cola contiene una piedra maravillosa; y en el Tristán de Béroul, en el que el héroe mata a la "gran serpiente crestada de Irlanda", para obtener a Iseo en matrimonio. Las tradiciones del Mont-Saint-Michel se refieren evidentemente a este tema. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Sobre las bandrui o druidesas




Si bien Julio César no menciona la existencia de druidas mujeres, existen algunas citas históricas, entre ellas algunas referencias de Posidonius rescatadas por Dionisio de Halicarnaso, que sugieren la existencia de organizaciones druídicas femeninas, a las que se denominaba bandrui, dríadas o druidesas, y que vivían en bosques sagrados.

Según Elise Boulding, por ejemplo, "las dríadas consagradas a la reina y diosa Boadicia, se agrupaban en una orden de clausura en la que estaba terminantemente prohibido todo contacto con el mundo exterior (especialmente con el sexo masculino), y se dedicaban exclusivamente a la magia y al culto de los dioses".

De: "Los celtas", Roberto Rosaspini Reynolds

Angharat (o Ygharat)



Personaje femenino del relato galés Peredur. El héroe se enamora de ella y jura no hablar con nadie hasta que ella le diga que lo ama. Se trata, muy probablemente, de otra faz de la enigmática "Emperatriz" que, en el mismo relato, conduce a Peredur hasta el Castillo de las Maravillas; de la "fea doncella de la mula" de Perceval de Chrétien de Troyes; y también de la Kundry de Wolfram  von Eschenbach, la mensajera del Graal.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

El rito funerario de un rey nórdico según la gesta "Beowulf"




El golpe del destino llego para Scyld, cuya alma volvió al regazo del Señor. Sus leales vasallos, cumpliendo el deseo del monarca, valiente entre los valientes, depositaron el cuerpo en las corrientes marinas. Allí lo honraron, en la proa nevada del barco, con el mástil pronto a zarpar. Estaba su admirado gobernante, pródigo en anillos, descansando en la nave, rodeado de atavíos ganados en regiones extrañas. No escuché de un navío tan cargado de reliquias y espadas, de pertrechos y cotas de malla; en su pecho yacían tesoros destinados a remotos confines, para ser entregados al abrazo del mar. Bienes no indignos de aquellos que le fueran dispensados durante su infancia, cuando lo arrojaban a las sendas de sal. Y ahora lo despedían abatidos corazones, con el cuerpo bajo áureos blasones, dejándolo a merced de las olas. ¿Habrá ser humano en este mundo, por poderoso que sea, capaz de soportar pesar tan grande?

Aneurin (o Aneirin)




Bardo galés del siglo VI cuyos poemas contienen arcaísmos reveladores de la antigua civilización de los bretones del norte de Gran Bretaña, en las fronteras con los pictos. Aneurin es el primero que aludió al misterioso "rey" Arturo. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale

viernes, 22 de agosto de 2014

Sobre los druidas



Los encargados de mantener vivas las creencias y tradiciones, como así también de oficiar en las ceremonias religiosas y rituales místicos eran los druidas, sacerdotes de orientación shamánica, cuyo origen deriva del término gaélico daur, que significa literalmente roble o encina y vid, sabio, que en conjunto se traducen, según las tradiciones celtas, como "los conocedores de los misterios del roble", ya que se los solía ver con frecuencia en los claros de los bosques, donde recogían el mistletoe o muérdago sagrado y llevaban a cabo los ritos asociados con sus funciones de sacerdotes, sanadores, magos, maestros, jueces, oráculos y lideres religiosos.

De: "Los celtas", Roberto Rosaspini Reynolds

Anaon




En la Bretaña armoricana, son las almas de los difuntos. Los Anaon se pueden aparecer en ocasiones a los vivos, particularmente en la vigilia de Todos los Santos, que corresponde a la gran fiesta celta de Samain. Aunque difundida por un contexto cristiano, esta noción de Anaon es puramente druídica. Los Anaon son, con toda evidencia, los "hijos de Ana", equivalente de los Tuatha Dé Danann.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Poemas y sentencias de la mística medieval Hadewijch de Amberes




Pero el que quiere afrontar los trabajos del Amor
deberá de Él solo aprender
-dulzura y crueldad,
alegría y dolor-
lo que hay que experimentar para amar.
Las dignas almas que han crecido en la dilección
y saben amar sin que nada las aplaque,
deben ser en todo momento
fuertes y audaces,
      siempre dispuesta a recibir
      consuelo o aflicción
a merced tan sólo del Amor.

Las vías del Amor son extrañas:
lo sabe bien el que quiere seguirlas:
inquieta de pronto al corazón decidido:
el que ama no puede encontrar constancia.
     Aquel a quien la Caridad
     toca en el fondo del alma
conocerá muchas horas desoladas.

Ora ardiente, ora frío,
ahora tímido y luego audaz,
numerosos son los caprichos del Amor.
Pero en todo momento nos recuerda
      nuestra deuda inmensa
      para con su alto poder,
que nos atrae y nos quiere para Él solo.

Ora gentil, ora terrible,
próximo ahora y luego lejano:
para quien lo conoce y confía en él,
esto mismo es gozo supremo.
        ¡Cómo golpea y abraza
        el Amor
        en un solo acto!
Ora humillado, ora exaltado,
oculto ahora y luego manifiesto,
para ser un día colmado por la dilección
hay que arriesgarse a muchas aventuras
      antes de alcanzar
      ese punto en que se goza
      de la pura esencia del Amor.

....

Este canto que va más allá de toda palabra,
hablo del poderoso Amor,
no puede revelarse
a los corazones fríos, ni a aquellos
que han sufrido poco por amar.
¿Qué sabrían ellos de este reino?
Sólo se da a los más nobles,
a los más audaces, alimentados con la leche del Amor.

....

Desear, vagar, esperar mucho tiempo
esta primavera, que es el propio Amor,
nos hace despreciar a la muchedumbre extranjera,
perder mucho, ganar infinitamente.

....

Y sin duda sufriría sin perjuicio
en el vasallaje del Amor
si me diera claro conocimiento
de sus íntimos senderos.

....

Consuelo y desgracia todo junto,
tal es de amor el extraño sabor.

....

Aniquilarse en el amor es lo más elevado que conozco.

....

El invencible Amor desconcierta al Espíritu. 

Ana (o Anna, Anu, Dana o Don)




Diosa-madre de los antiguos celtas. En Irlanda, es la madre de los dioses, los famosos Tuatha Dé Danann (tribus de la diosa Dana), y su nombre ha permanecido vinculado a la toponimia, por ejemplo en dos cimas de los montes de Kerry a las que llaman "Paps of Anu" (Tetas de Anu). En la tradición galesa, con el nombre de Don, es también la madre de algunos dioses más o menos heroizados, como Amaethon, Gwyddyon y Arianrod. Pero se la puede reconocer, igualmente, en la irlandesa Morrigan, la galesa Rhiannon o Modron (= maternal), y aun en el hada Morgana de las novelas de la Tabla Redonda. Se trata, en realidad, de una divinidad indoeuropea arcaica, conocida en la India con el nombre de Anna Purna (Ana la que provee), denominación que se dio más tarde a un pico del Himalaya, y en Roma con el de Anna Parenna, personaje que, conforme al racionalismo latino, fue fuertemente historizado. Es más que probable que este personaje divino fuera cristianizado bajo la figura de Santa Ana, madre de la Virgen María, de la que la leyenda bretona hace una especie de divinidad tutelar, con una tonalidad céltica perfectamente reconocible. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

jueves, 21 de agosto de 2014

Fragmento de la gesta "Beowulf": cuando el héroe se enfrenta al dragón de los pantanos




XX

Pero Hrothgar, centinela de los scyldings, respondió: -No hables de paz, que el dolor cae nuevamente sobre el pueblo danés. Aeschere, el hermano mayor de Yrmenlaf, ha sido asesinado. Él, mi consejero más estrecho, mi guerrero más leal en la batalla, el hombre con el que arriesgué mi vida tantas veces cuando el enemigo quiso doblegar nuestros yelmos engalanados con jabalíes. Ejemplo de nobles fue y será. Una bestia maldita fue su asesina en Hereot; nadie sabe hasta dónde lo arrastró. Triunfal, se resarció de la derrota sufrida por Grendel bajo tu brazo poderoso, que ayer le diste su merecido por menoscabar a su pueblo. Pero aun cuando Grendel fue vencido, ahora nos devasta otro ruin adversario, su madre, sedienta de muerte, rapaz como nadie en la represalia, que a mis hombres afligidos los tiene por la muerte de uno de sus líderes, yertas sus manos que tanto se abrieron para dar. Mis súbditos suelen referir sobre dos monstruosos habitantes del pantano, turbios espíritus que merodean en el fango. Testimonian que mientras uno tiene figura de mujer, el otro, de proporciones más gigantescas, holgando constantemente como un desterrado, adopta dimensiones mayores a las de un hombre.

<<Desde inviernos inmemoriales bautizamos a este con el nombre de Grendel; se ignora quienes eran sus padres y si hubo otros descendientes. Moran en sombrías planicies, acantilados azotados por el viento, baldíos senderos que atraviesan la espesura de la ciénaga, desembocadura de un torrente que se abisma desde riscos neblinosos. Cerca se abre un pantano rodeado por un bosque cuyo follaje escarchado acaricia las aguas. Y noche tras noche, vaya prodigio, esas aguas despiden llamaradas. Nadie ha escudriñado sus profundidades. Ni siquiera el ciervo de gallardos cuernos, al huir de la persecución de los perros, osa sumergirse en la ciénaga; prefiere morir en la orilla. Es un lugar amenazante. Si el viento espolea la ira de la tormenta y el agua cae del cielo en medio de la niebla, el oleaje asciende rasguñando las nubes. Sólo tú puedes aliviarnos. Pero aún ignoras los tenebrosos laberintos donde mora el blasfemo. Enfréntalo, si el valor y la suerte te acompañan, que yo podré retribuirte con abundantes obsequios, ancestrales tesoros, oro bruñido y brillante>>.

XXI

Beowulf, el hijo de Ecgtheow, respondió: -No te acongojes, querido rey. Es mejor vengar al amigo muerto que dolerse inútilmente. Nuestros anhelos en esta vida están contados; sólo con fama vencemos a la muerte; la memoria es el relicario del ser humano. Vamos, protector de tu reino, y persigamos el rastro de la progenitora de Grendel. Te doy mi palabra: no quedará impune, cualquiera sea su escondite, en la tierra, los bosques montañosos o en el lecho del mar. Sé resignado con tu aflicción. Es cuanto espero de ti.

El anciano monarca se incorporó dando gracias a Dios por las palabras del gauta. Con bridas y monturas preparó su vigoroso caballo y siguió la ruta escoltado por sus hombres. Las huellas del malogrado servidor de Hrothgar se esparcían por la planicie y por franjas boscosas; la brutal victimaria había arrastrado el cadáver hasta los desolados pantanos. Entonces se abrieron rutas por acantilados, precipicios y laderas, escarpados senderos sobre las aguas infestadas de bestias. Beowulf, escudriñando el territorio, marcha al frente de un grupo de valientes; cruzaron el sombrío follaje hasta alcanzar un gris roquerío donde los troncos se torcían y a cuyos pies se agitaban aguas sangrientas. Conmovidos quedaron los daneses al descubrir la mutilada cabeza de Aeschere en una pendiente que bajaba al pantano. El agua rebozaba sangre; la contemplaron asombrados, cruento fluido. Y el sonido del cuerno llamó a la guerra. Los soldados avistaron en el pantano peligrosas criaturas marinas; algunas se tendían en los riscos, las mismas que inquietan a los marineros, al llegar la aurora, en la ruta del navío. No sin rencor de alejaron al gorjeo del cuerno. Una de las sierpes fue alcanzada por la aguda flecha del gauta. Aturdida quedó en el agua y nada pudo hacer cuando las mortíferas adargas la embistieron. Reducida, arrastraron su cuerpo a un promontorio donde absortos quedaron los hombres ante tan repugnante dragón. Beowulf, arriesgando su destino, quiso entrar en acción. Su grandiosa cota de malla, urdida por manos laboriosas, protegería su cuerpo, la cámara de huesos, cuando se internara en las aguas. Escudo del corazón sería ante la arremetida de las bestias, quedando la cabeza bajo resguardo del áureo yelmo, con bordes noblemente orlados por jabalíes, faena de herreros en tiempos arcanos, salvaguarda de la vida ante la hoja de las espadas o el hacha, compañía del héroe en las abismales tinieblas del fondo marino. No indigna era la ayuda de Hrunting, la espada del consejero de Hrothgar, preciada reliquia de hierro, cubierta de cicatrices, había sido templada con néctar de guerra. No traicionaba a ningún caudillo que la empuñara en duelo encarando al enemigo. Sería nuevamente una ardua jornada. En verdad, si el hijo de Ecglaf, fuerte por sí mismo, resignaba la espada a uno mejor que él, era porque abjuraba de aquellas palabras que salieron de su boca, durante el festín, en plena embriaguez; no estaba en sus propósitos descuidarse al choque de las olas.

XXII

Por eso mancillo su honor y su fama. Pero no Beowulf, hijo de Ecgtheow, armado para el asalto, y quien habló así: -Nunca ignores, venerable descendiente de Healfdene, prudente monarca, al estar yo pronto a la carga, lo que hemos sentado de palabra: si he de perder la vida, serás para mí igual a un padre. Si la suerte me es adversa, te pido que ampares a mis súbditos, camaradas de combate, y que entregues a Hygelac, generoso Hrothgar, los obsequios que tu bondad me entregó; así, cuando el firme oro sea saludado por el rey de los gautas, hijos de Hrethel, tendrá noticia de la generosidad que me has prodigado siempre, insigne señor. Y deja para el famoso Unferth la presea legendaria, la espada de temible hoja y rico diseño; ahora me voy empuñando a Hrunting; honor o muerte.

Y luego de estas palabras el líder de los gautas se dirigió con rapidez hasta la orilla, sin esperar respuestas. Se zambulló en las aguas y escudriñó largas horas, antes de llegar al lecho abisal. La madre de Grendel, sanguinaria y desalmada loba, centinela terrible de esos abismos por innumerables inviernos, advirtió que alguien hurgaba la guarida de los monstruos. Se abalanzó sobre el guerrero con sus garras mortíferas, pero las zarpas no hicieron mella en el sólido arnés y la cota de malla que al cuerpo celaban. La loba lo aferró con violencia sumergiéndolo hasta la abisal madriguera. El caudillo luchaba con bravura aun cuando la espada no pudiera empuñar. Las bestias lo acosaban en las profundidades tratando de herirlo con dientes filosos. Beowulf pronto cayó en una escabrosa gruta, ajena al azote del oleaje y las corrientes, madriguera de la bestia iluminada por el resplandor del fuego. Pudo ahí contemplar cara a cara la amenazante figura de la posesa. Y ciñó con fuerza la espada desde el puño anillado y la descargó sobre la cabeza adversaria. Pero el filo de la espada no mordió aquella carne; por primera vez, después de tantas escaramuzas, erraba el arma que cotas y yelmos había destrozado. El caudillo, estimulado por su honra, permaneció resuelto sin aflojar el brío; pronto, haciendo a un lado la espada, se entregó al poder de sus manos, desafiando como quienes no retroceden ante la muerte y fraguan su fama en la lid. Y sin dilaciones, atizado por la ira, aferró por el hombro a la madre de Grendel y la derribó. Pero ella contraatacó apretándolo con sus brutales garras y él, extenuado, después de tambalear, se precipitó a tierra. La madre de Grendel, enceguecida por el odio, se abalanzó sobre el gauta blandiendo un puñal afilado. Quería resarcir la muerte de su hijo. Pero la hoja resbaló contra el blindado tejido de la pechera sin perforarla. El hijo de Ecgtheow, gracias al favor del Cielo y a la sólida armadura, se salvó de muerte en aquella gruta abisal. La providencia divina permitió entonces que el héroe se erigiera nuevamente.

XXIII

Y avistando una hoja implacable cincelada por gigantes, honor de osados, el filo agudo y brillante, una espada que sólo él, defensor de los scyldings, podría asir, no vaciló en levantarla y precipitó violentamente su hierro en el cuello de la arpía, cercenando músculos, tendones y huesos. Vencida, se desplomó a sus pies. La espada sangraba. Beowulf rebosaba júbilo. Un destello reverberaba en la madriguera con un brillo sólo comparable con el de la antorcha del cielo. Beowulf escudriñó el lugar avanzando junto a un muro. Aún ceñía la espada; quería encontrar a Grendel y vengar de una vez por toda sus calamidades a los daneses, los valientes caídos en aquellas incursiones nocturnas al recinto de Hrothgar, quince engullidos mientras dormían y otros quince arrastrados por la bestia, aciaga redada. Pero la justicia del gauta se había consumado. El cuerpo de Grendel inerte yacía; las heridas recibidas en el duelo, al enfrentarse a Beowulf, lo arrebataron de la vida. Aun así la carroña se sacudió ante la nueva embestida del indómito guerrero, quien de un solo golpe lo decapitó. En las orillas del pantano, Hrothgar y sus vasallos observaron cómo las aguas se revolvían tumultuosas, oscureciéndose de sangre. Los más ancianos temieron lo peor; Beowulf, pensaban, ya no retornaría a la superficie para celebrar la victoria con su rey. La fiera, se dijeron, lo habría asesinado. Al cumplirse la novena hora, los nobles scyldings se apartaron de allí; el monarca volvió a su hogar. Sólo los gautas permanecieron en la ribera, cabizbajos, con el corazón destrozado, pues esperanzas no tenían de saludar nuevamente a su generoso señor. Mientras tanto, la sangre vertida en la hoja de la espada, comenzó a fundirla. Y el hierro se hizo frágil como el hielo que se derrite al paso del agua con la crecida al ser propicia la estación, portento nacido de Dios, quien gobierna sobre los años. El líder gauta no se apropió de reliquia alguna; su único trofeo fue la cabeza de Grendel y el mango de la espada, pues la hoja fue deshecha por la sangre envilecida del homicida.

Y luego volvió a sumergirse y ascendió a la superficie purificando las gélidas aguas. La presencia de Grendel había sido sofocada. Y el avezado navegante, galardón en mano, ascendió triunfal y nadó hasta la orilla. Sus leales vasallos lo recibieron con emoción, dando gracias a Dios, pues el gauta volvía indemne a tierra firme y segura. Raudos, lo aliviaron de la cota y el yelmo, mientras la paz volvía a las aguas, y emprendieron el viaje, alborozados, cruzando laderas, exhibiendo el despojo, la cabeza del monstruo, empalada en una lanza sostenida por cuatro hombres; indómita era aquella hueste, distinguidos entre los distinguidos, enfilando hacia el fortín. Fue Beowulf, cubierto de gloria, quien primero ingresó saludando a su señor. En Hereot los hombres bebían; el gauta arrastró la cabeza de Grendel, cuyo porte sombrío todos contemplaban con estupor.  

Amfortas (o Anfortas)


Nombre que lleva el Rey Pescador en el Parzival de Wolfram von Eschenbach. Padece por causa de una herida en el muslo (eufemismo por las partes sexuales) que le duele más aún cuando hiela, lo que hace de él un símbolo solar (el sol prisionero del frío). Ha recibido esta herida como castigo por una unión desigual: ha tenido relaciones sexuales con una mujer que no era digna del linaje de los guardianes del Gaaln (los templarios, según Wolfram), de quienes es jefe. Serpa curado por Parzival, que es sobrino suyo, cuando éste le haga esta simple pregunta: "Tío, ¿qué te aqueja?". Ricardo Wagner exageró notablemente el papel de Amfortas, dotándolo de una mística algo ambigua. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Vox Vulgaris - La Suite Meurtrieremú



miércoles, 20 de agosto de 2014

Amangon



Rey de un país maravilloso en un texto francés de finales del siglo XII, la Elucidation, que es un prefacio -añadido con posterioridad- a la epopeya del Graal. Reinaba en un país en que misteriosas vírgenes, unas hadas, guiaban a los viajeros errantes y les ofrecían una bebida divina. Pero Amangon abusó de una de estas hadas y, acto seguido, estas desaparecieron, abandonando el reino, que se volvió desierto y estéril, un auténtico Yermo País sometido a una maldición que sólo podrá quitar el héroe del Graal. Es un personaje equivalente al Rey Pescador, el cual, como consecuencia de una herida, es incapaz de garantizar la fecundidad a su reino. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.  

La Edad de Oro es actualmente



Meditaba, cuando de súbito el lago se abrió frente a ella. Una voz emergió de él. Le dijo:

“Los ciclos cósmicos y las etapas de la humanidad, que se han ordenado desde lo más divino hacia lo menos divino, desde la Edad de Oro hasta la actual Edad de Hierro, desde los orígenes paradisíacos hasta el descenso y la disolución final, y que autores como Guénon, así como religiosos de todos los tiempos y de diversas tradiciones han ordenado linealmente, en realidad no son consecutivos, son simultáneos. La Edad de Oro está aquí presente. La Edad de Hierro es perpetua: no tiene su fin en sí misma o en su propio nivel de realidad. Los ciclos no se sitúan en fila uno tras otro, no se suceden, sino que se ubican en escala uno sobro otro, de forma que son a la vez. Basta ascender por la escalera que conduce a las profundidades de este lago, para escalar por las etapas progresivas, hasta desembocar en la pura luz.”

Aliso




Árbol sagrado de la tradición druídica. El pueblo galo de los arvernos lleva un nombre derivado del término galo verno, que significa "aliso". La significación simbólica del aliso es compleja, y la ambiguedad viene reforzada por el hecho de que en galo (verno), en bretón armoricano y en galés (gwern), este término designa a la vez al árbol y al lugar en que normalmente crece, es decir, la "marisma". Pues bien, la marisma es, tradicionalmente, una zona intermedia entre el mundo de los vivos y el Otro Mundo. Además, en bretón, gwern significa también el "mástil". El aliso está vinculado, pues, a una idea de "paso", de "tránsito", y puede ser considerado como el árbol de los vivos y de los muertos. En el poema mitológico Cad Goddeu (Combate de los Árboles), atribuido al bardo galés Taliesin, el Aliso es el caudillo de los bretones, metamorfoseados en árboles por el dios-mago Gwyddyon. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.  

A los pies del lago




Soñó, entre el sueño y la vigilia, con un amplio y profundo lago en el que las ninfas moraban. Al aproximarse, las ninfas le susurraron: 

“Todo deseo que pidas a los pies de este lago, te será concedido. Pero este lago no se abre cuando está turbio. Para que el deseo penetre en el lago y pueda realizarse, el lago debe estar abierto, debe estar sereno. Y tú, al dirigir el deseo, no debes perder un ápice de esa serenidad inquebrantable y entonces todo lo que pidas te será concedido”. 

Sorprendida, miró hacia las profundidades del lago y al hacerlo vio que el lago era su corazón mismo, su ser interior, su alma. 

martes, 19 de agosto de 2014

Alesia


Nombre genérico de varias ciudades de Galia. La localización de Alesia de Vercingetórix y de César en Alise-Sainte-Reine es abusiva y resulta contradicha por una lectura atenta de los textos de César, de Dión Casio y de Plutarco. La Alesia de Vercingetórix sólo puede encontrarse en las montañas del Jura (en Alaise, en Salins-les-Bains, o en Chaux-de-Crotenoy). La etimología del nombre de Alesia está sujeta a discusión, pero es probable que se trate de un derivado de una antigua palabra céltica que expresa la idea de una pendiente rocosa. Algunas leyendas de origen céltico pero transmitidas por los autores griegos pretenden que Alesia (o por lo menos una de las nueve Alesias localizadas en Francia) fue fundada por Heracles, cuyo nombre griego oculta al dios celta Ogmios-Ogma, especie de personaje hercúleo, pero en realidad dios-religador por virtud de la elocuencia y la encantación. De cualquier forma, la denominación de "Alesia" designa a una fortaleza-santuario situada en una elevación, y no debe ser confundida con la de "dun" o "dunon" (Lyon, Loudun, Verdun, Chateaudun, etc.), la cual designa a una fortaleza-refugio primitiva, convertida más tarde en ciudad amurallada.

De: "Pequeño diccionario de mitología celta", Jean Markale. 

lunes, 18 de agosto de 2014

Lo que me traen los vientos del Norte



Nuestra naturaleza es radiante como el Sol, y quienes pretendan menguar la luz del Sol deberán perecer.

¿Barbarie? ¿Cuál barbarie? ¿Te refieres al fuego bárbaro del sol, a las agitadas ansias de vivir del ser montarás?

¡Qué el rígido y contraído cristianismo perezca ante el exultante y apasionado arrebato del feroz pagano, que se refugia en los bosques y en las selvas que tan impíamente el cristianismo tala! ¡Qué sea la anchurosa sonrisa del sol, la risa descarriada del festejo silvestre, la fiesta sin tregua contra la contrición raída del devoto que refrena su naciente vuelo hacia las alturas con la negra tumba! ¡La adoración desatada, la loca adoración idólatra, la adoración ardiente en llamas contra el pecho agrietado por la cuaresma de un bendito culto! ¡Y la vida contra el flagelo del alma en penumbras!

Airmed


Hija del dios Irlandés de la Medicina, Diancecht, el equivalente del Apolo galo. Ella preparó hierbas mágicas para la Fuente de Salud de los Tuatha Dé Danann, pero fue su padre Diancecht quien mezcló las hierbas, de tal modo que sus virtudes permanecen ignoradas. El nombre de Airmed significa "medida".

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Caratula y portada del libro "Glastonbury: Ávalon del corazón" de Dion Fortune