domingo, 24 de agosto de 2014

El espíritu celta es transhistórico




Entre las lecturas concernientes al mundo celta, es esencial incluir lecturas como "Las nieblas de Ávalon" de Marion Zimmer Bradley. Aunque desde el punto de vista histórico que atañe al mundo contingente y temporal, la lectura de materias así no sea considerada seria por académicos ordinarios, por no permitir, supuestamente, un conocimiento real y no ficticio de esas tradiciones, lo que se ajusta a los hechos de las mismas en cuestión y sin alteraciones posteriores, la verdad es que sí permite un conocimiento verdadero de su esencia. Porque no es en lo histórico y temporal donde se halla la cultura celta, sino en todo aquello que porta el espíritu celta intemporal, se dé en el tiempo, lugar y forma en que se dé. Yo me dirijo al espíritu del Úlster, al alma de lo céltico, a ese núcleo intemporal que puede irrumpir en distintos tiempos pero que está más allá de ellos. Lo celta es actual. Lo celta está presente. El espíritu celta vive en mí y en todos los que lo aman. El espíritu celta es inmortal. Cerraré los ojos a las fechas y a la geografía, a los datos empíricos que me hablan de lo externo, de las apariencias, de todo aquello que no me interesa, y volcaré mi mirada hacia lo interior, hacia la cualidad, hacia el hálito celta que se reviste de una multiplicidad de formas pasadas y actuales. Con el ojo interior reconoceré lo que es profunda y rigurosamente celta, en espíritu, de lo que no lo es. Y Marion Zimmer Bradley es rigurosa y profundamente celta, susurra mi fino sentido interior. Lo sé porque al leerla aspiro el mismo perfume. Por el perfume se la reconoce. 

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