jueves, 25 de septiembre de 2014

Canto a mi alma




Te invoco, a ti, te invoco, tú que te ocultas en mi oscuridad, en lo profundo de mí, sal de tus hondas selvas y retorna. Tú, que te has remontado hasta la oscura maraña de mi ser, revive de nuevo, con cuantas lágrimas sea necesario revivir. Te amo. 

Busco en los oscuros parajes, grito con toda mi voz, y no te encuentro. ¿Por qué mares y selvas te has sumergido, que ríos has atravesado? Ya desde un promontorio de rocas tenuemente iluminadas por el sol apoyo mis frágiles manos, mis manos sencillas. He roto mi garganta gritando. Mi corazón arde en llamas. Todo mi corazón yace inflamado y atravesado en mi pecho como un dardo. Quiero retornar a ti con todas mis fuerzas, con todo mi ser. Lo que deba gastar, lo gastaré: pólvora y alimentos, todo caerá. Desde los rincones del universo he recogido todas mis fuerzas, todo mi empeño en ti, en alcanzarte, fugaz cervatillo, fugaz ráfaga que huyes de mí entre la niebla. Escúchame. Escucha mi voz llamarte. Mi amor es un amor mudo, un amor obnubilado, un amor cegado en el misterio del ocaso con una sonrisa ida y los ojos cerrados sobre el pecho. Arrúllame. Vuelve a recogerme en ti, en tu regazo.

Incomprendida criatura, ser raro, de cabello despeinado y mirada extraviada, no deseas pactar con el mundo. Haz hecho tu nido muy lejos de aquí, por dónde no mora nadie. Permíteme alcanzarte. Permíteme emprender el viaje, izar velas, soltar amarras, zarpar. Mi navío ya se estremece en las aguas. Lejos, bajo la niebla, sobre la niebla, entre la niebla, tras las altas cumbres, muy lejos has ido a parar. Agitados mares, agitadas tierras con aves de muy diversos colores... Quiero alcanzarte en tu mundo, ir hacia donde te diriges en tu incesante marcha tierras adentro. ¿Escalas un escarpado bosque montañas arriba, donde la noche dibuja su aposento? Te convoco, aquí y ahora, con todo mi amor. Casa mía, hogar mío, resguárdame de las tormentas, acógeme. Mi mirada es una luz que se pierde tierras adentro en el tenebroso bosque donde has urdido tus magias. Un perfume embriagador. Un grito. Y toda la agitación del alba. Todas las constelaciones han querido adornar mi frente, o la tuya, y tu sonrisa tras la noche. Todas las estrellas han querido encontrarse unidas en mi pecho. Desde antaño encontraste más sabiduría que yo, y supiste guiarme. Te ruego que vuelvas a mí. Te fuiste, huiste y me dejaste, y de repente te hallo sabia: ¡cuánta sabiduría mora en mi alma dormida! Amada, rema en tu canoa hacia mí y no olvides agitar tus túnicas. ¡Qué sabia eras! Y me dejaste atrás. Mantente conmigo. Tu socorro, tu canto que no cesa, tu voz como cascada y tu garganta: mi abismo. Una niña en mí, sabia como nadie, con ojos como el sol. Yo te reconozco, puedo entreverte, te respiro. Sé quién eres. Siempre me observaste, y no dijiste nada. ¿Por qué no hablabas? ¿Esperabas a que me volviese hacia ti? Casi puedo asirte, estás y no estás, te presentas, pero te escabulles. No he amado tanto desde que te conocí. Con tu fuego eterno encendías mis otros amores de ojos cerrados como el tuyo. Pero tus ojos estaban abiertos. Y eran compasivos. Anchos. Profundos. Aguas sin fin. Aguas eternas sin memoria. Como si no las hubiese visto nunca. Era un arrecife en llamas, o algo mayor. Millares de seres anidaban allí, y tú parecías contenerlos todos en una sonrisa. Atrápame, captúrame para siempre en tu sonrisa sin fin y en tus ojos cerrados a través de los cuales vislumbras el mundo.

Dolores y perlas, dolores y perlas por doquier. Te refugiaste del mundo hace mucho. El silencio lo enciende una vela. A ti, a ti como a nadie, invencible, mujer invencible, vida mía. No me sueltes más. No me dejes ir. Sabes que te amo. Necesito tu rastro. ¿Fuiste tú quien me hizo girar en círculos errantes, desviarme para luego volver a ti por el lazo que me tendiste, que me mostraba el camino? ¿Lo sabías todo acaso? ¿En tu sonrisa serena se escondía el misterio del sufrimiento? Mi corazón arde en llamas, vacíalo con tu amor. Mi corazón se agita como una cascada de fuego. Desde siempre lo supiste todo, y me tengo que atener por entero a ti. En ti moran todos los seres que quise, en ti moran todos los seres que amé, todos los parajes maravillosos, las encrucijadas y lo que se halla tras ellas. Eres una cruz candente donde se unen todos los extremos del mundo, donde todos los bordes se tocan. Reabsórbeme. No me perdones la existencia. Quiero tu espada en mi corazón. Me podrías raptar en un solo vuelo y devolverme, y yo no me daría cuenta, tan grande es mi amor.

Estaba bien y apareciste, y has dejado mi corazón rasgado, herido con trazos luminosos. Me muevo como desangrándome, como moribunda anhelándote. Estaba bien, y de repente apareciste y me desgarraste, y ya no puedo descansar sin ti, y sangro, sangro tu luz. Luz, maravilla que embriaga y hiere. No me dejes ni un instante. Ni un instante te esfumes de mí, maravilla de maravillas. ¿Cuándo supe que mi voz era tan anciana? Anciana aquí y ahora, donde los pájaros moran como niños y emprenden el vuelo de sus alas. Anciana aquí y ahora, con toda mi vida encerrada en el amanecer de los tiempos. He implorado frente a ti, de cara frente al templo de mi amor. Ni una gota: y todas las gotas han caído a mí como perlas.

Ser pequeño y sin ofensa. ¿Quién podría quebrar algo tan frágil? Y se esconde desde remotos tiempos.

He extraído esto de mi alma, como confidencia: un trazo de lo rasgado. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Comentario a la carta del jefe indio Seattle y una protesta contra el capitalismo




Los indios americanos sostienen que no se puede poseer la tierra, como no se puede poseer el cielo, el frescor del aire o el brillo del agua. Así lo expresa el jefe indio Seattle en su carta al presidente de los Estados Unidos antes de que arrasasen con sus tierras:

“Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra.”

“¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?”

¿Qué significan sus palabras y por qué no podemos poseer la tierra? Los indios asimilan la posesión de la tierra con la posesión de elementos cualitativos (la frescura del aire y el fulgor del agua), como si la tierra fuese comparable a ellos, como si el sustantivo, que parece aprehensible, fuese equivalente al adjetivo, que parece inaprehensible. Voy a explicar por qué tienen razón en establecer una comparación que resulta inapropiada al individuo urbano esclerosado. 

El virtuoso es aquel que posee la cualidad de la virtud, el valiente el que posee la cualidad de la valentía y el honesto el que posee la cualidad de la honestidad, del mismo modo en que lo brillante posee la cualidad del brillo. ¿Pero qué es la tierra y que son los objetos sino el ser o espíritu, o entidad, que se adorna, al igual que la persona buena con la bondad, con una serie de cualidades que son las que nos permiten reconocerla como tal? Así como solo el bello puede poseer, por naturaleza, legítimamente, la belleza, la tierra, por naturaleza ontológica, legítimamente, posee los atributos que percibimos y que pretendemos nuestros.

Nosotros somos como el que extorsiona o hurta lo que no le pertenece por medios ilegítimos y alienantes. Si el que es adornado por “x” cualidad es quien realmente la posee, entonces cada ser se posee a sí mismo, en el sentido de que su ser o esencia posee los elementos cualitativos que crean su entidad individual diferenciada. Poseer de esta forma es poseer desde dentro, desde el interior, desde el espíritu; la otra es poseer desde el exterior, desde la materia, que en verdad nunca logra la posesión verdadera del ser. Por eso la tierra se posee a sí misma y no nosotros a ella.

Además, no es ética la pretensión de poseer exteriormente a los hermanos ni a los familiares, porque no se puede poseer de esa forma a los seres que se ama, y la tierra es hermana nuestra, al igual que todo lo existente. Así lo afirma el jefe indio Seattle en la carta citada:

“Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.”  

“Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino.” 

Todos los seres somos hermanos porque todos contamos con una misma esencia en razón de nuestro origen común de una única fuente. La hermandad de todas las cosas recalca la consciencia de la unidad subyacente y trascendente. Precisamente porque todos tienen la misma esencia originaria es que Dios, esa esencia, se manifiesta omnipresente. Por eso Seattle señala que todos pertenecen a la misma familia. De ahí que para el indio, y para toda persona con una sensibilidad no enturbiada, vender la tierra es vender a sus hermanos como si fuesen objetos o mercancías, o como vender a la propia madre: algo completamente pérfido y despreciable. 

Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos





Nota

El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wáshington. A cambio, promete crear una "reservación" para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855.

El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Wáshington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un  salvaje y no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?. Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

FIN

domingo, 14 de septiembre de 2014

Himno al Sol





¡Oh deidad, oh soberana, oh Sol,
yo me postro a tus pies, yo me humillo ante ti!
No cesaré de elevar mis brazos al cielo azul
y recitar cánticos en tu honor con el pecho abierto
con el pecho desgarrado y ardiente.
En mis brazos porto brazaletes
innumerables joyas adornan mis manos
y un collar destella en mi cuello.
Mis cabellos son espesos y largos
y sobre mi áurea cabeza 
ciño una sobresaliente corona de oro.
¡Juro por mis cabellos, juro por el brillo de mis pupilas,
por las tempestades y las noches, por los mares y las tormentas,
juro que mi canto es el prolongado grito que crepita enloquecido sobre los montes 
juro que mi canto es cada espiga de trigo que crece sobre la anchurosa tierra
juro que mi canto es la vida de cada rama floreciente, la vida que se alza con cada brote de hierba!
¡Juro que mi canto está más allá, más allá, más allá,
y que más allá, sobre la espesura y los abismos, mi canto retumba sin fin!
Por la belleza, gloríate de mí, regia soberana, sométeme:
¡yo me humillo ante la belleza acabada y perfecta!
Celebro mis victorias, mis hazañas, mis glorias.
Celebro cada alimento que germina del cielo, cada bocado que de la tierra recojo.
Celebro con mis embriagadas manos cada puñado de amor que en mi alma has encendido.
Si me retiro, besaré el suelo delante de mí.
Si me retiro, realizaré una reverencia con la cabeza.
Si me retiro, me postraré entera sobre la tierra.
¡Oh deidad, oh soberana, oh Sol,
yo me postro a tus pies, yo me humillo ante ti!
Soy un ser dichoso, un ser digno, un ser altivo,
mi cabeza elevo a los cielos, mis ojos remonto muy alto hasta verte.
De ti lleno es mi pecho, de tu luz mis ojos destellan,
de ti mi boca desborda y mis cantos fluyen para acompañar a los seres.


....


La oración del corazón pagano es muy distinta de la del cristiano. La del pagano, adora; la del cristiano, ruega. 

No es humildad lo que aquí aparece, sino más bien adoración, loca adoración. La adoración de un ser que se sabe dichoso y feliz, pero que sucumbe completamente ante lo que le es con mucho superior. Es desbaratarse completamente, entregarse plenamente ante aquello que se ama sin fin.

El ser dichoso no se humilla porque se sienta menos o débil, o pobre, o desdichado, o malo, se humilla porque, sintiéndose mucho, fuerte, pleno, feliz, bueno, sabe que hay algo que con mucho lo supera.

Banfaith




Este nombre significa "mujer profeta". Como la bandrui, se trata de una mujer que pertenece a la clase sacerdotal druídica.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Apología del paganismo politeísta por Juliano el Apóstata




Nuestros escritores dicen que el creador es el rey y padre común de todas las cosas, pero que ha asignado las otras funciones a dioses nacionales de los pueblos y a dioses protectores de las ciudades, cada uno de los cuales administra su propio departamento de acuerdo con su propia naturaleza. Porque en el padre todas las cosas están completas y todas las cosas son una, mientras que en las deidades separadas predomina una cualidad u otra, de manera que Ares gobierna a las naciones guerreras, Hermes a las que son más astutas que aventureras, y en suma, las naciones presididas por los dioses siguen cada una el carácter esencial de su dios.

Decidme entonces, ¿por qué los celtas y los germanos son feroces, mientras que los pueblos helenos y romanos en general se inclinan a la vida política y humana, aunque al mismo tiempo inflexible y guerrea? ¿Por qué los egipcios son más inteligentes y más dados a las artes y los sirios menos guerreros y más afeminados, pero al mismo tiempo inteligentes, de temperamento fogoso, vanidosos y prontos a aprender?... ¿De dónde vienen entonces esas diferencias de carácter y de leyes entre las naciones? 

Juliano el Apóstata 

Balor



Dios tuerto, cuyo único ojo despide llamas y puede fulgurar al que mire. Es, pues, el "mal ojo". Se trata de un personaje bastante misterioso que pertenece al pueblo mítico de los Fomore, pueblo de gigantes venidos del mar y que están siempre presentes en la historia mitológica de Irlanda. Parece ser que los Fomore son los equivalentes de los Gigantes de la mitología germano-escandinava. El relato irlandés de la Batalla de Mag Tured presenta a Balor como abuelo del dios Lug, el cual es, a la vez, de la raza de los Tuatha Dé Danann por su padre y de la raza de los Fomore por su madre. En el transcurso de la batalla entablada contra los Fomore, Lug consigue saltarle el ojo a su abuelo con un tiro de honda, para luego matarlo y contribuir, así, a la victoria de su clan paterno. El equivalente galés de Balor es Yspaddaden Penkawr, que aparece en el relato artúrico Kulhwch y Olwen. Este personaje es del mismo origen que los cíclopes de la tradición egea. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

domingo, 7 de septiembre de 2014

Cuando me faltó un cuento



Bag Ann Noz (Barca de Noche)




Según el cronista bizantino Procopio, la Barca de Noche es una barca que se carga por la noche con las almas de los difuntos. Una voz misteriosa advierte a los pescadores que residen cerca del lugar que han de conducir esta barca en dirección de la isla de Bretaña, para que las almas puedan arribar a la Isla de los Muertos. Esta creencia, de la que existen testimonios antiguos, se ha conservado en una gran parte del litoral de la Bretaña armoricana, en particular en Cap-Sizun y el golfo de Morbihan. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

jueves, 4 de septiembre de 2014

Arturo




El personaje más importante de la tradición celta. Originalmente no era más -históricamente- que un modesto caudillo guerrero, un jefe de jinetes que alquilaba en cierto modo sus servicios a los reyes bretones insulares hacia el año 500 de nuestra era, en la lucha desesperada que estos bretones sostenían contra los invasores sajones. Sus éxitos fueron tales, que la leyenda se adueñó del personaje, exagerando notablemente su papel y su poder y confiriéndole una dimensión mitológica. Así es como Arturo, cuyo nombre (en realidad, sobrenombre) significa "que tiene el aspecto de un oso", adquirió todas las características de una divinidad de la tradición celta. El mito sublimó al personaje, en particular en el Cornualles británico, de donde era originario, y en el sur del País de Gales. De ahí el mito pasó, en forma de relatos circunstanciados, al conjunto de países celtas britónicos y fue recuperado, en el siglo XII, por los historiógrafos y novelistas franceses auspiciados por Leonor de Aquitania y Enrique II Plantagenet, quienes pretendían ser los herederos de Arturo. De este modo se explican el nacimiento y la difusión en todos los países europeos de lo que se conoce como las novelas de la Tabla Redonda o, también, las novelas artúricas. Otras leyendas, otros mitos, de origen celta, vinieron a añadirse al esquema primitivo, y Arturo se convirtió en el símbolo de un mundo celta ideal que funciona en torno de un eje constituido por el rey. Pero este rey sólo tiene poder en la medida en que está presente, aunque sea sin actuar. De ahí ese aspecto de dios equilibrador en el mundo natural y de las fuerzas sociales que reviste Arturo en los textos del siglo XII, aspecto que es conforme a lo que encontramos en las epopeyas irlandesas más antiguas; y de ahí, también, la asociación de Arturo con el mago Merlín, imagen del antiguo druida. Arturo y Merlín forman la famosa pareja rey-druida sin la que ninguna sociedad celta puede existir, y que corresponde, en la mitología hindú, al doble carácter de la función regia y divina que representan Mitra y Varuna. En todas las novelas de la Tabla Redonda, Arturo se distingue por una cierta pasividad. Son sus caballeros quienes actúan en su nombre, y en el de la reina Ginebra, que es quien detenta la Soberanía. El aspecto más arcaico de Arturo aparece en el relato galés Kulhwch y Olwen. Aquí no es todavía un rey "cortés", sino un caudillo rodeado de personajes salidos directamente de la mitología celta, a la vez guerreros (y no "caballeros") y magos. Los textos posteriores le dan una coloración distinta debido a la modernización del mito. Arturo pasa a ser el modelo del soberano feudal, y su corte el lugar de encuentro de los espíritus cultivados de la época, que saben conciliar la mundología con la valentía. Pero siguió siendo un personaje de la tradición popular, sobre todo en la península de Cornualles. Símbolo del poder perdido de los celtas, Arturo no ha muerto: está en dormición en un mundo extraño, la isla de Avalón, que es el paraíso celta; o en una gruta, en algún lugar de la isla de Bretaña; o en la Bretaña armoricana, adonde fue trasplantando luego el mito. Y volverá un día para rehacer la unidad del mundo celta, reconstituyendo al mismo tiempo un tipo de sociedad horizontal absolutamente contraria al espíritu romano, sociedad en la que cada cual volverá a encontrar la libertad y la independencia en una gran confederación de pueblos ligados por ideales comunes.  

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Los brujos


En este texto el poeta romántico W. B. Yeats narra uno de sus encuentros y experiencias con hechiceros irlandeses practicantes de magia negra.

Solo debe hacer "clic" en cada imagen del libro para que se agrande y sea legible. 




domingo, 31 de agosto de 2014

Avalón



Este nombre, que proviene del nombre céltico de la mazana, se refiere a la tradición de la isla maravillosa en la que crecen unos manzanos que dan frutos maduros todo el año. En el texto latino de Godofredo de Monmouth "Vita Merlini" (sigo XII), esta isla lleva el nombre de Insula Pomorum. Allí es donde reina Morgana, rodeada de sus nueve hermanas, que son otras tantas hadas y que poseen la facultad de metamorfosear su aspecto, revistiendo particularmente el de aves. El mito de Morgana, que puede transformarse en cuervo, o en corneja, es idéntico al mito irlandés de Morrigan o de Bodbh, una Tuatha Dé Danann, que aparece a menudo en forma de corneja. El tema de Avalón conecta con el de las "galisenas" de la isla de Sein, profetisas y magas de que hablan los autores griegos y latinos, así como con el de la Isla de las Mujeres, Emain Ablach (Emain de los Manzanos), de la que nos dan entusiastas descripciones numerosos relatos irlandeses de navegaciones maravillosas. Recuperada para la leyenda artúrica, la isla de Avalón aparece como la morada feliz a la que el hada Morgana lleva a su hermano el rey Arturo, mortalmente herido en la batalla de Camlann, para mantenerlo en estado de dormición hasta el momento en que los tiempos permitan su regreso al mundo de las realidades humanas. Bajo la influencia de los monjes cluniacienses, también por voluntad de Enrique II Plantagenet, los monjes de la abadía de Glastonbury pretendieron, en el siglo XII, que este lugar, que constituía una especie de isla en medio de las ciénagas, era la famosa isla de Avalón. Inventaron falsas cartas y "descubrieron" en 1191 la tumba de la reina Ginebra y del rey Arturo, que todavía hoy puede verse en las ruinas del monasterio. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

El cuento de los tres cuervos




Avellano




Árbol sagrado de los celtas, cuya madera era utilizada por los druidas para operaciones de tipo mágico. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

Seeladyan y el Reino de las Quimeras




Seeladyan recorría todo el Reino de las Quimeras con una expresión de complacencia en su rostro; surcaba los cielos de las praderas florecientes, donde los únicos dos habitantes del reino- sus protegidos- corrían suertes interminables de placeres y alegrías. Seeladyan se deleitaba vislumbrando con sus ojos calmos a la vez que vivaces las cataratas, los lagos, donde se bañaban aquellos dos seres que tanto amaba…

El sonido que emitía al batir sus grandes alas era semejante al eco de la palabra maternal que consuela y protege jubilosamente aun encontrándose sumida en sus propios abatimientos. Su timbre de voz, a veces sabía enclaustrar el miedo y deshacerlo, triturándolo con la fuerza de su entrega; a veces, sencillamente era armónico y apaciguador.

El primer día en que cayeron truenos en el reino de las Quimeras, Seeladyan sintió necesidad de encontrar a sus protegidos y prodigarles sus alas, como siempre lo hacía, pero no los hallaba, voló cada espacio de aquel hogar encantado, desde la rivera en que contemplaban el atardecer de ensueño, hasta el valle sembrado de violetas y árboles de ambrosia… habían desaparecido.

Seeladyan se resistía al presagio que algún extraño sentido suyo le avisaba y de pronto, un estruendo resonó haciendo vibrar y marchitar cada pétalo de las flores de la encantada planicie.

Invadida de desesperación, la gran ave se dirigió a los líndeles del reino sintiendo el brote de la angustia palpitante en su interior. De alguna manera sentía que pronto, cruzando la frontera estaría a merced del infortunio, pues era el ave mítica y divina que solamente existía dentro de los límites del Reino de las Quimeras y ella a lo largo de todos los milenios de su etérea vida lo sabía, sin embargo, dejó que el soplido vertido por el viento a sus alas fuera más intenso que nunca en su desesperada búsqueda. 

Sobrevolando ya las afueras del reino, sin que ella se percatase, se abrió una cueva en pleno desierto y de su fosa profunda y hueca una lanza salió impulsada por la maldad de la realidad. La lanza se precipitó como guiada por manos malsanas, clavándose en un cruel segundo en el pecho cándidamente emplumado de Seeladyan. El ave que sólo sabía entregar amor empezó su agonía en el aire precipitándose con rapidez a tierra de la realidad.

En las tribulaciones de su agonía deseaba con todas las fuerzas que se le extinguían, retrasar su expiración…se había borrado la complacencia de la expresión de su rostro para dar paso a una amarga aflicción…sus ojos caídos y suplicantes a la vida parpadeaban pura desolación. Intentó incorporarse mientras la sangre le manaba profusamente de la herida en su pecho y cayó una vez… y otra vez… pero no quería ver las esperanzas desechas, se resistía a morir con el único anhelo de ver por vez última a sus dos amados protegidos, pero los deseos por más intensos que eran no cambiaron ni retrasaron su destino y falleció, teniendo por última visión tan sólo el desierto vacío.

Janet Lilí Verde Sánchez

sábado, 30 de agosto de 2014

Aval




Islita próxima a la Ile Grande, en Pleumeur-Bodou (Cotes-du-Nord). Esta isla de Aval, cuyo nombre significa "manzana", contiene un dolmen que pasa por ser la tumba del rey Arturo. La tradición, que no es muy antigua, se ha limitado a transponer aquí la leyenda de Ávalon.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

El cuento del niño afortunado



Armagh (Ard Macha)



Literalmente, "elevación de Macha", a partir del nombre de una de las tres Macha, esposa de Nemed ("sagrado"), de la que la tradición dice que fue enterrada en este lugar del Ulster, no lejos de la antigua capital real Emain Macha (Emania). Existió en Armagh un importante santuario druídico, y no carecía de motivos San Patricio para establecer allí la primera sede episcopal de Irlanda. Actualmente, Armagh sigue siendo la sede del arzobispo primado de toda Irlanda. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Sobre mi revelación divina



No vi nada, no escuché nada. Mis sentidos se suspendieron. Lo experimenté como un recuerdo: de súbito, recordé. Y el recuerdo emergió con mucha fuerza, en un instante, hasta que me consumió por entero como el fuego al hilo de una vela, hasta que desaparecí, me extinguí.

Es muy difícil de explicar, pero intentaré aproximarme.

Atravesé los confines de mi ser en un instante ínfimo, como si atravesara un túnel oscuro sin fin, hasta que alcancé el núcleo de mi corazón, que permanecía oculto en penumbra, olvidado, como los cuerpos que yacen sepultados bajo tierra. Cuando alcancé mi núcleo, súbitamente alcancé, a la par, el núcleo de todas las cosas: todos los seres éramos, en realidad, el mismo ser. Pero para expresarme más rigurosamente, tampoco puedo decir que éramos él mismo ser, porque no éramos un ser, ni tampoco un no ser, sino que estábamos más allá del ser y del no ser. No éramos ni no no-éramos. El ser y el no ser no eran más que parte de la ilusión, del humo que se difuminaba. Lo que me rodeaba, la multiplicidad, el mundo, el universo, lo contemplé desde fuera en un segundo, y vi cómo se diluía ante la verdad, como el espejismo que era, completamente irreal. También se me mostró que el universo irreal nunca había tenido un principio ni tendría un fin dentro del tiempo, también irreal. El universo, en su irrealidad, siempre había existido. Pero más allá de su existencia perpetua, se elevaba lo verdadero y absoluto, que era el fundamento sin el cual su existencia sería inviable: su verdadera fuente, más allá del tiempo. Esa verdad era el amor: amor absoluto, eterno, infinito, todopoderoso, más allá de cualquier noción, limite, ley, palabra, etc. Ese amor era lo más profundo de mí, de todo cuanto existe, era la verdadera realidad de todos los seres, lo único real. El amor, única realidad, era como un punto. Era diminuto. Era lo más pequeño. Era infinitamente pequeño. Tanto que se contraía en su centro hasta el infinito. Tanto que desaparecía, que era inaprehensible. Tanto, que era absoluto y lo abarcaba todo. Tanto, que era indiviso. Todo eso se me mostró con una realidad inconcebible. La felicidad que experimentaba era, literalmente, absoluta, sin límite alguno. Mi revelación fue más breve que un segundo. Pero ese segundo era eterno. La distancia que separa al principio, unidad o amor absoluto de la existencia ilusoria, se me reveló como infinita. Entre la verdad y la ilusión mediaba un abismo infinito.

Muchas veces intento explicarlo, pero no me entienden, y creen que algo así puede estar sujeto a error o acierto y que admite la duda. Pero lo cierto es que lo que se me mostró se me mostró como una certeza absoluta. Era más real, en grado infinito, que mi propia existencia individual y pensamiento. Las certezas evidentes, como 2 + 2 = 4, en realidad, frente a esa verdad mucho más que evidente, evidente en grado infinito, pero olvidada, desaparecen.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Arianrod




Heroína de la cuarta rama del Mabinogi galés. Su nombre significa "Rueda de Plata". Es hija de Don y hermana de Amaethon y Gwyddyon. Mantiene relaciones incestuosas con Gwyddyon y da a luz a dos hijos, Dylan Eil Ton y Lleu Llaw Gyffes. Abandona al primero y se niega a reconocer al segundo, al que maldice. Pero Gwyddyon, con astucia, consigue contrarrestar la maldición. Arianrod es la imagen de la mujer que rechaza la maternidad. La expresión Kaer Arianrod (Ciudadela de Arianrod), empleada a menudo por los poetas galeses, designa a la constelación Corona Boreal. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Prefiero a un dios hecho árbol antes que a uno hecho hombre




Jesucristo es el humanismo más empalagoso de todos. ¡Qué toquen la sonata de piano en una iglesia blanqueada! ¿No te basta? Pónganme un babero orlado. ¡Vamos!, seamos amanerados: nuestros gestos afectados son la pureza de la beatitud. No somos capaces de tocar la mugrienta tierra: nuestras narices respingadas son demasiado pulcras, demasiado humanas y demasiado rasuradas. Sabemos de civilización.

Desde que nació el cristianismo, el rencor acaramelado, el odio dulcificado, arremetió contra el cetro sagrado de los bosques y las montañas, contra el puñado de hierba que se eleva a través del viento agitado y libre. El cristianismo es la adoración al individuo, un culto destinado a la urbe, el culto a la particularidad humana por excelencia: tomó, con su mano despreciativa y puritana, la ciega devoción –¡ciega de loca clarividencia!- que flotaba en la amplitud cósmica e insondable, y la redujo a un individuo exclusivo. La adoración a la esencia impersonal en la naturaleza viva fue traspasada a una adoración personalista centrada en el ser humano particular, a despecho de la naturaleza, poblada de demonios, de falsos ídolos, poblada de paganismo, en definitiva, ¡carente de espíritu, de vida, carente del divino soplo, exclusividad del ser humano! Porque sólo el ser humano es imperecedero, sólo en él reside el Espíritu Santo. ¡El lema principal de todo burgués ciudadano! ¡El primer paso para la Revolución Industrial! ¡El primer atisbo de cosificación de la naturaleza, objeto inerte, herramienta que se usa y desecha, que se explota, que se arranca y arroja, creada para el humano, ser henchido de ambición! La tierra pertenece a ese puritano sentado en un sillón real que se eleva muy por encima de la mugre verde. Así lo dice Dios: “llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28). ¡Sojuzgadla!

El cristianismo: ¡humanismo, no bondad! Humanismo con el ojo torvo, humanismo del que mira de lado, del que ama la adhesión humana y posee lengua demasiado humana y floja. ¡Y esa obsesión por el lenguaje, surgida del exceso de Palabra, del exceso de logos, del exceso de sermón, del vicio de la escritura! Yo prefiero la vívida imagen, o aún más: la pura idea sin imagen, labrada con su sola fuerza. ¿No decía el necio de Tertuliano que solo se piensa con palabras?

¿De qué me sirve un corazón de piedra ornamentado con palabras bonitas? ¿De qué me sirve un nido de avispas revestido de pureza alada y constipada –ridícula pureza eunuca-? ¿De qué un abismo recubierto por luz? ¿De qué me sirve lo agrio y lo amargo, la rudeza bruta, el áspero sabor de la lija dura y pura, aderezada con azúcar, miel y caramelo angelicales, con el dulzor más meloso y pegajoso? Tantos remilgos no sirven para comunicar amor. Ni un ápice de amor se comunica por medio de ellos para quien sabe mirar a través de la fingida imagen, penetrar el velo con el filo de su mirada y capturar su núcleo en un instante. El bien no se adorna, ni se sermonea con palabras afables que encierran malos sentimientos y bajas pasiones. ¡Eufemismos! ¡El fariseo se trasladó de ahí, acá, dice el ángel señalando el viejo templo!

Si quieres amor y benevolencia hacia todos los seres -entismo o serismo en lugar de humanismo-, lo hallarás en las flores y en los árboles: Jesús es una sombra. Leyendo la vida de Jesús escrita en los Evangelios digo: ¡cuánta telenovela humanista y cuánta obsesión por la biografía, por la historia, por el tiempo, por la hora, por el minuto, por el reloj y por lo efímero! ¡Leyendo a Jesús de repente uno se vuelve urbano y comerciante! Primero comercia para luego poder desprenderse de sus riquezas: ¡pureza! Nunca aprendió nada de la tierra ni del viento, y el frío no es una bendición, como la lluvia tampoco es ya una bendición para su alma, sino una maldición para su cuerpo.

¡Yo prefiero adorar al árbol sagrado, al árbol divino, cetro de Dios! Yo prefiero a un dios hecho árbol. El árbol definitivamente es más elocuente que el humano, pero su elocuencia no es vana: el mensaje llega intacto, sin ser traicionado. En cambio la lengua a menudo traiciona el mensaje. A quien no es capaz de leer lo divino en el Libro del Silencio, ¿dé que le sirven los libros sagrados? Quien no comprende entregándose a la quietud, ¿cómo podrá comprender en el bullicio? 

Arduinna




Nombre de una diosa-osa, o de una diosa con oso, conocida gracias a la estatuaria galorromana. Es probable que el nombre Arduinna sea del mismo origen que el de las Ardenas: observamos en él el radical ard o art, que designa al oso en lengua gala. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Al borde del arrollo




Ella se sentaba al borde del arrollo a profesar su amor por lo divino y su amor por lo pequeño, por lo ínfimo, por la brizna de hierba que crecía junto a la orilla. Pero sabía que su amor por lo divino era un amor inferior, deseo, mientras que su amor por la brizna de hierba era un amor superior, desinteresado y absoluto. Amaba a la hierba con un amor divino y a Dios con un amor carnal. Cuando se preguntó por qué, lo supo: su corazón había encontrado en la hierba a Dios y, sin embargo, en Dios solo había encontrado hierba. 

lunes, 25 de agosto de 2014

Afang




Monstruo acuático bastante misterioso, tal vez una serpiente, tal vez un dragón, o aun un castor gigantesco, de la tradición galesa. En cualquier caso, de la misma naturaleza que el famoso "Monstruo del Lago Ness". 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

Völva




Una völva, vala, wala (antiguo alto alemán), seiðkona, o wicce era una sacerdotisa en la mitología escandinava y entre las tribus germanas.

La palabra inglesa witch es la forma moderna de wicce. Como las mujeres en general en las sociedades tribales germanas pre-cristianas, las Völvas practicaban seiðr (chamanismo), el cual era considerado como ergi (que no era para los hombres), a pesar de que había practicantes hombres llamados seiðmaðr (o Wicca en antiguo inglés).

También asociados a las völvas estaban los encantamientos llamados galdrar. Se creía que las völvas poseían tales poderes, y que incluso el padre de los dioses, Odín en persona, consultó una para conocer el futuro de las divinidades, un relato que se preserva en la Völuspá.

Ejemplos de völvas en la literatura nórdica incluyen la vidente Heidi (alt. Heith) en la Völuspá y la bruja Gróa en la Svipdagsmál.

En: 
http://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%B6lva

Arawn




En la primera rama del Mabinogi galés, es el dios del Otro Mundo. Su sucesor es Pwyll, esposo de la diosa Rhianon, prototipo del Rey Pescador de la leyenda del Graal. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

domingo, 24 de agosto de 2014

El espíritu celta es transhistórico




Entre las lecturas concernientes al mundo celta, es esencial incluir lecturas como "Las nieblas de Ávalon" de Marion Zimmer Bradley. Aunque desde el punto de vista histórico que atañe al mundo contingente y temporal, la lectura de materias así no sea considerada seria por académicos ordinarios, por no permitir, supuestamente, un conocimiento real y no ficticio de esas tradiciones, lo que se ajusta a los hechos de las mismas en cuestión y sin alteraciones posteriores, la verdad es que sí permite un conocimiento verdadero de su esencia. Porque no es en lo histórico y temporal donde se halla la cultura celta, sino en todo aquello que porta el espíritu celta intemporal, se dé en el tiempo, lugar y forma en que se dé. Yo me dirijo al espíritu del Úlster, al alma de lo céltico, a ese núcleo intemporal que puede irrumpir en distintos tiempos pero que está más allá de ellos. Lo celta es actual. Lo celta está presente. El espíritu celta vive en mí y en todos los que lo aman. El espíritu celta es inmortal. Cerraré los ojos a las fechas y a la geografía, a los datos empíricos que me hablan de lo externo, de las apariencias, de todo aquello que no me interesa, y volcaré mi mirada hacia lo interior, hacia la cualidad, hacia el hálito celta que se reviste de una multiplicidad de formas pasadas y actuales. Con el ojo interior reconoceré lo que es profunda y rigurosamente celta, en espíritu, de lo que no lo es. Y Marion Zimmer Bradley es rigurosa y profundamente celta, susurra mi fino sentido interior. Lo sé porque al leerla aspiro el mismo perfume. Por el perfume se la reconoce. 

Annwfn (Annwyn)




El Otro Mundo, en la tradición galesa.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

Las völvas





Se esperaba que todas las mujeres libres nórdicas y germanas fueran expertas en la magia, pero algunas mujeres lo eran más que otras. En la mayoría de las tribus germánicas, así como las vikingas, había un nutrido grupo de mujeres sabias, brujas o sacerdotisas que generalmente no vivían casadas (aunque no necesariamente en celibato), y que podrían , al parecer, viajar solas donde quisieran sin miedo. A una mujer que llevaba la vara de la bruja nunca se le hacía daño. Ellas se aliaron con las diosas del destino y así ejercieron el mayor de los poderes. En la era de los vikingos, en el contexto nórdico, estas mujeres fueron llamados los völur , singular völva . La traducción literal de este título es “gente de la varita" o “portadoras de la vara”. 

La bruja primigenia era la diosa Freyia, que introdujo el arte de seiðr [destino, magia, chamanismo] y el arte de conquistar la muerte a los hombres y mujeres, y en un primer momento, incluso a los dioses. 

Las völur parecen haber sido enterradas con las varitas que habían usado en vida, lo insinúan algunas sagas y ha sido confirmado por los hallazgos arqueológicos. Los enterramientos de brujas o sacerdotisas en la Edad de Hierro germánica y desde la época de los vikingos son testimonio de la situación de importancia que estas mujeres podían lograr en la vida.

Maria Kvilhaug

Ankou




Figuración de la muerte en la tradición popular de la Bretaña armoricana. De hecho, no se trata en absoluto de la muerte personificada, sino del último difunto del año que ha transcurrido, el cual se convierte en siervo de la Muerte, encargado de llevarse las almas de los que han de morir. De ahí su aspecto demacrado y terrible, que por lo demás no parece anterior a la Contrarreforma del siglo XVII en Bretaña. Se le ha dado el aspecto del Cronos griego, con una guadaña enmangada al revés, y se le atribuye el conducir una carreta que chirría. Se dice, también, que aquellos que topan con él mueren ese mismo año. El Ankou ocupa el centro de numerosas leyendas en la Baja Bretaña, y suscita múltiples creencias acerca de la premonición y los signos premonitorios, es decir, los presagios funestos. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

El rayo de Thor




Del rayo refulgente dispones
y lo arrojas a la oscura multitud acuosa.
Sus cabezas son decapitadas en el acto.
El trueno retumba sobre los montes,
remueve la tierra, turba los mares,
se extiende como una avalancha sobre los mundos.
La luz ha penetrado como hilo fino en las raíces del universo.
¡El rojo furor contra la humanidad
ha devastado las negras ciénagas de la noche!
Y la compasión de la serena völva en el profundo bosque
el hacha invencible de la justicia
ha caído sobre sus cuellos y ha rebanado sus cabezas,
ha arrancado la hierba vil de la sagrada tierra. 

Anguípedo (Jinete con el)




Representación plástica muy extendida en la estatuaria galorromana. Se trata de un jinete que parece estar pisando a una serpiente monstruosa con cabeza humana. Este tema ha sido comentado de diversas maneras, pero es obligado ver en él, sin duda, la versión pagana del mito de San Miguel derribando al dragón, mito considerablemente explotado en los relatos de la tradición popular. Lo encontraron en el relato galés Peredur, en el que el héroe mata a una serpiente cuya cola contiene una piedra maravillosa; y en el Tristán de Béroul, en el que el héroe mata a la "gran serpiente crestada de Irlanda", para obtener a Iseo en matrimonio. Las tradiciones del Mont-Saint-Michel se refieren evidentemente a este tema. 

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Sobre las bandrui o druidesas




Si bien Julio César no menciona la existencia de druidas mujeres, existen algunas citas históricas, entre ellas algunas referencias de Posidonius rescatadas por Dionisio de Halicarnaso, que sugieren la existencia de organizaciones druídicas femeninas, a las que se denominaba bandrui, dríadas o druidesas, y que vivían en bosques sagrados.

Según Elise Boulding, por ejemplo, "las dríadas consagradas a la reina y diosa Boadicia, se agrupaban en una orden de clausura en la que estaba terminantemente prohibido todo contacto con el mundo exterior (especialmente con el sexo masculino), y se dedicaban exclusivamente a la magia y al culto de los dioses".

De: "Los celtas", Roberto Rosaspini Reynolds

Angharat (o Ygharat)



Personaje femenino del relato galés Peredur. El héroe se enamora de ella y jura no hablar con nadie hasta que ella le diga que lo ama. Se trata, muy probablemente, de otra faz de la enigmática "Emperatriz" que, en el mismo relato, conduce a Peredur hasta el Castillo de las Maravillas; de la "fea doncella de la mula" de Perceval de Chrétien de Troyes; y también de la Kundry de Wolfram  von Eschenbach, la mensajera del Graal.

De: "Pequeño diccionario de mitología céltica", Jean Markale.

El rito funerario de un rey nórdico según la gesta "Beowulf"




El golpe del destino llego para Scyld, cuya alma volvió al regazo del Señor. Sus leales vasallos, cumpliendo el deseo del monarca, valiente entre los valientes, depositaron el cuerpo en las corrientes marinas. Allí lo honraron, en la proa nevada del barco, con el mástil pronto a zarpar. Estaba su admirado gobernante, pródigo en anillos, descansando en la nave, rodeado de atavíos ganados en regiones extrañas. No escuché de un navío tan cargado de reliquias y espadas, de pertrechos y cotas de malla; en su pecho yacían tesoros destinados a remotos confines, para ser entregados al abrazo del mar. Bienes no indignos de aquellos que le fueran dispensados durante su infancia, cuando lo arrojaban a las sendas de sal. Y ahora lo despedían abatidos corazones, con el cuerpo bajo áureos blasones, dejándolo a merced de las olas. ¿Habrá ser humano en este mundo, por poderoso que sea, capaz de soportar pesar tan grande?