sábado, 23 de agosto de 2014

El rito funerario de un rey nórdico según la gesta "Beowulf"




El golpe del destino llego para Scyld, cuya alma volvió al regazo del Señor. Sus leales vasallos, cumpliendo el deseo del monarca, valiente entre los valientes, depositaron el cuerpo en las corrientes marinas. Allí lo honraron, en la proa nevada del barco, con el mástil pronto a zarpar. Estaba su admirado gobernante, pródigo en anillos, descansando en la nave, rodeado de atavíos ganados en regiones extrañas. No escuché de un navío tan cargado de reliquias y espadas, de pertrechos y cotas de malla; en su pecho yacían tesoros destinados a remotos confines, para ser entregados al abrazo del mar. Bienes no indignos de aquellos que le fueran dispensados durante su infancia, cuando lo arrojaban a las sendas de sal. Y ahora lo despedían abatidos corazones, con el cuerpo bajo áureos blasones, dejándolo a merced de las olas. ¿Habrá ser humano en este mundo, por poderoso que sea, capaz de soportar pesar tan grande?

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