martes, 29 de julio de 2014

Sobre la verdad de ahora y de ultratumba



Lo divino es el supremo bien. La felicidad absoluta le es connatural. Para aquel que se ha elevado hasta descubrir que él mismo es lo divino, que todo lo que puede nombrar y no nombrar es lo divino, y que él, como ser individual, y la multiplicidad de seres, en realidad no existen, sino que son ilusorios, y que lo único real es la unidad absoluta e indivisa de lo divino, sobreviene la paz. Algunos hablan del temor a Dios e infunden miedo en las almas. No conozco mayor idolatría que esa. El bien absoluto, lo puro, lo mejor, lo que siempre es óptimo, no debe ser temido, sino amado. ¿Cómo la dicha puede ser temida? ¿Cómo puede temerse la felicidad y la pureza? Para el que confía en lo divino, para aquel cuya confianza es real, lo divino es siempre benéfico. Sabe que todo se reduce al bien y que, tarde o temprano, lo que parece mal u oscuridad sedera paso a la luz, y ninguna injusticia ni mal prevalecerá. Sabe que lo divino, en su beatitud sublime, está más allá de todo. Sabe que el ilimitado amor, que es lo divino, la compasión sin límites, es realmente ilimitada, y todo mal infernal queda reducido a cenizas. No teme por su futuro ni por el de nadie, pues lo que ocurra debe ocurrir y es lo mejor que podría ocurrir pese a las apariencias: todo tiene una razón de ser. Comprende que el mal no existe más que en su mente, que toda desgracia es ilusoria. Quienes profesan la existencia de un infierno eterno no tienen fe en lo divino, ya que colocan junto a la eternidad de lo divino otra eternidad. Pero solo lo divino es eterno y enteramente real. Además, quien cree que la individualidad perdura, y que un individuo puede ser feliz en sentido último mientras otro es desgraciado, no ha comprendido que la unidad divina, donde todo es felicidad ilimitada, no es fragmentaria y no excluye a ningún ser -porque no tiene límite-, sino que los implica a todos, no como individuos aislados, sino como el único ser que en realidad son: lo divino único, simple, inmutable, indivisible. La dicha es para todos los seres, o, mejor aún, para el único ser real en todos ellos. Lo demás es negar la unidad.

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